
Read Time:1 Minute, 33 Second
La segunda parte de las Nanas de la Cebolla de Miguel Hernández.
En este otro post os dejaba la mitad de esta emocionante poesía y aquí tenéis la otra mitad para que podáis disfrutar del poema completo como se merece, leyéndolo con tranquilidad, saboreando cada uno de los sentimientos que muestra el texto y que provoca en el lector.
Un poema que inevitablemente leemos con la música que le puso Joan Manuel Serrat al hacerla canción y que cuando tenemos niños, la leemos con un pellizco en el corazón también, seguro que a vosotras os pasa igual que a mi.
Un poema que habla de hambre, de dolor, de risa y sobre todo de amor, de amor hacia un hijo, amor incondicional que no se gasta ni se resiente pero que nos llena de miedos e inseguridades a todos cuando nos convertimos en madres y padres.
Las Nanas de la Cebolla, de Miguel Hernández ven la luz en 1939, terminando la Guerra Civil y dedicadas al segundo hijo del poeta pero son tan actuales que pueden perfectamente vivirse y sentirse en una época como la nuestra, tristemente.
Os dejo con ellas, que las disfruteis.
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos,
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
El, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos,
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
El, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Nanas de la cebolla, de Miguel Hernández.