
Gael ha subido a ponerse el pijama, pero antes, se despista y se queda jugando en su habitación. Mamá está con Ari en la otra habitación poniéndole el pijama al peque.
– Gael, ponte el pijama que nos vamos a cenar
….
– ¡¡¡¡¡Mamááááááááááááá!!! – el típico grito desaforado que consigue realmente asustar a las madres.
Mamá va corriendo a la habitación de Gael después de dejar a su hermano en el suelo a medio desnudar.
-¡¿Qué te pasa?!
-¡¡¡¡¡¡Se me ha subido una hormiga por la mano!!! – contesta medio llorando
Mamá le mira incrédula, sorprendida, asustada y a la vez un poco enfadada, para qué negarlo. Las mamás es lo que tiene, que podemos sentir muchas cosas al mismo tiempo incluso a veces, sentimientos hasta contradictorios y todo… somos de lo que no hay.
– ¿Me estás diciendo que has gritado así…. sólo porque se te ha subido a la mano…. una hormiga?
Gael ha dejado de llorar pero sigue teniendo cara de susto. Mamá sigue mirándole y esperando una respuesta convincente que no cree que pueda existir… pero existe.
– Es que…. en el colegio hemos leído que las hormigas tienen la fuerza de diez hombres….
….
Aquí mamá hace un respetuoso silencio y con una sonrisa en los labios se va a la habitación del peque que se ha quedado inmóvil en el suelo y se plantea, por el pasillo, que un día de estos tendrá que explicar a Gael lo que significa el concepto de «proporcional»…. un día que tenga tiempo.