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Parte II:
Esperamos un poco y por fin decidimos usar el móvil para localizarnos..
- – ¿Dónde estáis?
- – …..
- – ¡Ah, vale, vamos para allá!
Niños devorando un bocadillo de calamares con más hambre que vergüenza |
Si es que la cabra tira al monte… mientras unos estaban en la plaza esperando a encontrar o a ser encontrados, los más avispados del grupo ya están en el bar e incluso ya han echado un ojo a una mesa… ¡increíble! ¡una mesa en un bar en un fin de semana de Navidades y en hora punta en uno de los laterales de la Plaza Mayor de Madrid! A quien se lo cuentes no se lo cree así que mejor… no dar más datos no se vaya a estropear el chollo.
Y encima no una mesa pequeñita en un rincón, ¡qué va!, una mesa para cinco niños, un bebé y cinco adultos… una pedazo de mesa… vamos que copamos el lateral del restaurante y nos quedamos más anchos que panchos.
Ya todos encontrados, ya los abrigos quitados y perfectamente apilados en una silla, ya todos sentados… llega el camarero y toma la comanda….
- – De beber póngales refrescos a los niños, cinco naranjas y de comer, cinco bocatas de calamares para los niños y cinco para los mayores… y una de bravas… y claro, para los mayores una cervecita…
- – ¿Alguna cosa más?
- – No, gracias, de momento nada más.
¡Madre mía! ¡Bocata de calamares, patatas bravas y cervecita el sumun de la cocina callejera madrileña! ¡mmmmm! El “fast food” más castizo del mundo.
El bocata de calamares en Madrid es una institución, no sé a quien se le ocurriría la genial idea de meter calamares a la romana, recién hechos, entre dos trozos de pan que con el calorcito se queda blandito y dócil, no sé de quien fue la idea pero desde luego el tipo era un genio, para mí que tuvo que ser una mujer… y para más datos: madre, seguro.
Y lo de las patatas bravas son para un monumento aparte, unas bravas eso sí, bien hechas, bien fritas, blanditas por dentro y crujientes por fuera y con su salsita picante y espesita… y para regar este magnífico menú una cervecita bien tirada…. un placer para los sentidos.
Los niños dan mordiscos al bocata como si tuvieran conocimiento, ¡qué poderío! Da gusto verles comer así algo que no sea una hamburguesa… lo siento es que me sale la vena nacionalista con esto de la comida y los niños, cada uno tiene sus taras…
El bocata no dura nada y estos niños no tienen boca tienen fauces cual lobos hambrientos, así que hay que volver a llamar al camarero y pedir algo más para estos chavales en pleno proceso de crecimiento.
El paseo parece que les he dado hambre, no hay nada como salir de casa, dejar la tele apagada y que les de el frío de Diciembre en la cara para que se les abra el apetito por cosas que hasta ahora no todos habían probado.
Un éxito.
Llega el camarero con la segunda comanda, un poco de lacón a la gallega, una de chopitos y otra de bravas. Yo creo que con unas cosas y otras los pequeños y los mayores ya hemos cenado y lo mejor, lo hemos pasado estupendamente. Ha sido una tarde navideña de lo más entretenida y divertida para todos que como siempre se ha sellado sentados todos en torno a una mesa y a una buena comida porque estos bocatas han sido de lo mejor de esta Navidad.»
ElCanijo sentado en un servilletero presidiendo la mesa ¡esa es la actitud! |
[…] comerse en la Plaza Mayor, como mandan los cánones. En Navidad es innegable que así debe ser y ya os lo he comentado enalguna ocasión, pero si no venís a la ciudad en Navidad no dejéis de hacerlo, con una cervecita bien fría los […]