
Salimos al campo con los peques.
Nos hemos escapado unos días al campo y hoy damos un paseo por un bosque cercano.
Nos da el sol y el aire, el otoño que se va era amable y tranquilo a mediados de Noviembre en Extremadura.
Sí, es lo que tiene ser el pequeño del grupo además de simpático, cariñoso y un poco bicho.
De pronto en medio de nuestro paseo, nos encontramos con una pequeña granja casera de cerdos y esta sorpresa es de lo más lógico estando como estamos en tierras extremeñas, que en cualquier momento se puede descubrir, así si avisar, a un grupo de cerdos oscuros comiendo o dormitando, tranquilamente bajo el sol.
Si para los adultos es algo que obviamente sale de la rutina, para estos niños de ciudad esto se convierte en un ¡acontecimiento memorable! así que hay que detenerse el tiempo que haga falta ante semejante visión.
Sí que es cierto que es un hecho singular para ellos que merece la pena explorar con todo detalle hasta saciar su infantil curiosidad. Así que nos sentamos en la tapia que cerca a los cerdos y los papás explican a sus cachorros lo que hacen estos animales a lo largo de su disipada vida, lo que comen y algún que otro aspecto de su existencia por supuesto amable, exclusivamente aspectos amables diría yo, ya me entendéis.
No vamos a meternos en líos con explicaciones tristes a ver si se va a complicar el paseo porque realmente ellos, tampoco preguntan por esos aspectos más truculentos que su lógica infantil aún no se ha planteado en su día a día, en su rutina diaria podríamos decir.