Fuera hace un sol “con uñas” que decía mi abuela, o lo que es lo mismo que parece que hay sol pero solo es un espejismo, un poco de luz que no consigue calentar el ambiente.
Lo bueno que tiene esto es que la tarde, desde detrás de los cristales de una casa calentita, es de lo más atractiva. Si la tarde en el exterior parece atractiva en el interior del salón es simplemente: deliciosa.
Hoy los peques andan medio “contaminados” por distintos virus, Ari tiene uno indefinido (al menos en urgencia no nos lo definieron…) que le ha afectado un poco a la tripilla y Gael tiene el típico dolor de garganta acompañado de unas escasas decimillas de fiebre y unos cuantos mocos. Hoy no vamos a baloncesto no vaya a ser que la cosa vaya a más con los sudores, las carreras y este sol tan engañoso.
Mejor quietos en casa.
Llega la hora de la merienda y si hace frío fuera lo único que se puede merendar dentro, como mandan los cánones, es un delicioso chocolate calentito…. Mmmm….. sólo el aroma ya envuelve toda la casa.
Tres tazas grandes, de las de desayuno, un tetrabrick de chocolate a la taza y otro de leche fresca, los tres ingredientes del brebaje más delicioso del mundo.
A la primera taza le ponemos chocolate hasta la mitad, a la segunda un poco más (que es para la madre de estas criaturas…) y a la tercera no llegamos ni a la cuarta parte porque es para el peque que aunque parece que se va recuperando no vamos a tentar a la suerte con un exceso de chocolate en su tripita.
Luego rellenamos lo que queda vacío en cada taza con leche para que no esté tan denso y sea más fácil de beber incluso con pajita como acostumbra a hacer Ari.
Lo de la densidad como todo va en gustos, las tazas de los peques van más líquidas, la mía tiene un chocolate que se puede disfrutar con ayuda de una cucharilla, vamos que no se bebe sino que se puede comer perfectamente, lo dicho, va en gustos.
Se introducen las tazas de los niños en el microondas y se calientan un poco, más o menos a gusto del consumidor, a los míos no les apasionan las bebidas especialmente calientes así que con un minutillo y poco más van servidos.
Yo no, yo el chocolate de beber, el chocolate a la taza, el chocolate caliente… me gusta bien caliente, así que mi taza se calienta ella solita hasta que quema a la hora de cogerla… es una forma de medir un tanto rudimentaria pero muy efectiva, de verdad de la buena.
Ya hemos terminado los deberes así que tenemos tiempo de ver una peli, hoy toca de nuevo “Toy Story”, ¿qué más se puede pedir a una fría tarde de enero? Nosotros estamos más que satisfechos con la nuestra ¿y vosotros?