Sí aún no se ha formulado como tal, ha llegado el momento de hacerlo. Hay una ley no escrita en la maternidad que es La Ley del Bolso.
Toda chica, llega un momento en su vida que decide que tiene que cargar con una serie de útiles «imprescindibles» para su día a día, léase: el teléfono móvil, una agenda, un par de bolis, las llaves de casa, un paquete de pañuelos de papel,…. y según van pasando los años ese número de objetos aumenta o disminuye dependiendo de las circunstancias diarias y del tamaño del bolso de la chica-mujer en cuestión pero siempre, siempre los artículos que están en el interior del bolso los ha selecionado minuciosamente la propietaria del mismo.
Pues bien, esa chica-mujer, un día decide que además quiere convertirse en MADRE y una de las cosas que va a cambiar en su vida va a ser SU BOLSO.
Ya no va a decidir ella, ya no dependerá de las circunstancias y ya no variará a su gusto el tamaño de SU BOLSO, ya no se planteará si combina con los zapatos o no, si es de invierno o de verano, si es de la temporada pasada o de la anterior a la pasada…. ya no, todo eso ha pasado a mejor vida.
Algunas se niegan a abrir su bolso a biberones, chupetes, baberos, toallitas, botellas de agua mineral,… y acarrean una mochila o un bolso aparte para el pequeño que la ha convertido en mamá… o sea que se han transmutado en «mamás porteadoras» con la mochila del peque en un hombro, el bolso propio en el otro y en más de una ocasión, el propio peque en brazos….
Bueno, tranquilas, hay luz al final del túnel, llega un momento en el que el peque crece Y EL MISMO QUIERE LLEVAR SU PROPIA MOCHILA CON SUS COSAS ¿no es maravilloso? y nosotras recuperamos ese reducto de magia e intimidad que es nuestro bolso, donde de nuevo vuelve a haber utensilios IMPRESCINDIBLES para nosotras… aunque de vez en cuando dejemos entrar a algún «pokemon» despistado…