
Esos secretos infantiles que se cuentan sólo a mamá y porque ha surgido así, porque la conversación se ha provocado espontáneamente sin que nadie forzara nada. Esos secretos infantiles que están llenos de ingenuidad y ternura, esos que aparecen cuando dispones de cantidad de tiempo con tus hijos y entonces, surge la magia.
Esa conversación un día cualquiera después de que el mayor se haya bañado y mientras el pequeño está en el salón con papá poniendo la mesa para cenar.
Aprovechando que el mayor se ha secado y sabe ponerse el pijama solo yo también voy a mi habitación a hacer lo mismo, a ponerme el pijama para cenar cómodos, en familia. Una noche más, una noche normal, tranquila, como la mayoría.
Llega el mayor y se sienta en la alfombra de mi habitación con ganas de hablar.
Mientras voy recogiendo la ropa del día, echando a lavar la que toca, guardando en el armario la que no, dándole tiempo.
– Mamá ¿sabes que “tengo espías infiltrados” entre las chicas de la clase? – empezamos bien, este niño tiene que dejar de ver determinadas pelis por mucho que sean aptas para su edad, a ver por donde me sale.
– ¿Cómo?¿Y qué entiendes tú por “espías infiltrados”? – pregunto sin poner mucho énfasis para que no se mosquee mientras sigo con la tarea de la ropa.
– Pues que A. y X. (dos de sus amigos del alma) como son “muy monos”, bueno ¡a las chicas les parecen muy monos! ¡a mí, no, claro! pues que hablan con ellas y ellas les cuentan cosas… – ¡no me puedo creer lo que estoy oyendo! Sigo el método Stanislasky y no muevo ni una pestaña, no me ha sorprendido lo que andan perjeñando sus pequeñas cabezas, ni me ha sorprendido lo mucho que ha crecido este niños desde la última vez que me fijé. Añado con voz tranquila.



– Pero eso es que son tus amigos, no es que sean “espias infiltrados” y de todas formas ¿a ti qué te interesa saber de lo que digan las chicas? – se me está poniendo una bola en el estómago porque no intuyo ni de lejos por donde me va a salir ¿pero estamos entrando ya en la adolescencia o qué está pasando con nosotros?
– Pues ya sabes, quien está enamorada y esas cosas – lo mejor no es la confesión, lo mejor es como lo dice, medio con pudor, medio divertido, medio rebuscando entre mis gestos a ver cual es mi reacción.
– ¡¡Ah, síííííí?? ¿Y tanto te interesa a ti eso? – yo también pongo tonillo así como de broma, de que estamos en un momento de confesiones hijo-madre.
– Pues sí – me responde él todo convencido de que es algo completamente lógico y por lo que parece, habitual en su clase, entre sus amigos y compañeros.
– ¿Y por qué? – me paro, le miro y le pregunto bajando un pelín el volumen de mi voz -¿Qué pasa… que tú estás enamorado de alguna…?
– Sí…
– De F. ¿no? – llevamos enamorados de F. desde primero de infantil, eso sí que fue amor a primera vista, prácticamente media vida enamorado de F.
– No, de F. ya no.
– ¡Qué me dices! – normal, F. no le hacía ningún caso y el pobre se ha cansado («no te preocupes cariño, que ya volverá» esto no se lo dije pero lo pensé muy fuerte)
– Ahora de la que más enamorado estoy es de A. y después de I.
– ¿Y ellas qué dicen de eso?
– Bueno, no sé, por eso X. y A. (sus amigos del alma) me cuentan lo que les dicen las chicas.



Nos llaman para la cena, ya está la mesa puesta y el momento de confesión maternal queda concluido. Él se levanta de la alfombra y se dirige hacia el salón, lo que me quería contar ya lo ha contado.
¡Bendita inocencia que le cuenta todas sus aventuras amorosas a su madre! ¡Qué dure, por favor, qué dure!
Que guay, que te lo cuente ahora de pequeño ya es algo, igual es preludio de lo q va pasa tambien luego y te lo cuenta toda la vida. Por norma general hasta d pewueños don hermeticos.
Besos.
Tranquila, yo tengo una amiga madre de un mocetón que acabó ayer la P.A.U. y se lo cuenta todo, así que no hay nada imposible, a mi, me tiene alucinada, porque normalmente tendemos a no contar ciertas cosas en casa, pero ella a logrado que sea algo natural y está al tanto de su vida amorosa, que todo, todo, todo, igual no lo cuenta, pero sabe cosas que no saben muchísimas madres de sus hijos, te lo aseguro, a ver si duran las confidencias…
Sinceramente me parece genial que tenga esa confianza de contar en casa sus cosas, es una relación de amistad, de confianza plena, de cariño incondicional que me encantaría que nunca perdieran mis peques. Ahora resulta muy tierno perocuando sea más mayor, será genial que lo siga haciendo.
Un abrazo :-))
¡Que guay! Como me gusta eso de que te cuente sus historias amorosas. Es fantástico.
El mio dice que eso de las novias de momento no le va. Que el solo quiere tener amigas. Es todo un "espíritu libre" Jejeje.
Un abrazo. 🙂
Pues este no, está enamoriscado… je,je,je…
Pero está bien que tenga varias opciones… de momento, cuando sea más mayor la no me gustará tanto… je,je,je…
Lo de las confesiones es genial y cruzo los dedos para que dure muuuuuuucho…
Un abrazo. :-))