
Primera parada y excursión de nuestro crucero: Estocolmo.
Como buenos y responsables padres que somos (porque sí, lo somos, lo que no qiuere decir que siempre lo parezcamos…) nos da un poco de mala conciencia lo de llegar a estas vacaciones y soltar ya el primer día a los peques en el club.
Sí, nos han dicho que los niños lo pasan genial y lo hemos visto el día anterior porque estuvimos allí con ellos para ver el lugar, para conocer a los monitores, para echar un vistazo…
Así que lo que hacemos en esta primera excursión esirnos todos juntos, los cuatro.
La familia al completo de excursión por Estocolmo.
Los cuatro juntos contratamos una excursión en un barquito, por los canales o el canal o el río de Estocolmo… teniendo en cuenta que la ciudad está edificada sobre 14 islas unidas entre sí por 57 puentes… pues eso, que nos subimos al barco los cuatro.
El peque-mayor se sienta con papá junto a la ventanilla y el peque-peque se sienta conmigo también junto a la ventanilla. Delante tenemos los cascos, los auriculares y podemos elegir tanto el idioma como el volumen en el que queremos escuchar esas explicaciones.
Lo malo es que de los cuatro asientos que tengo delante solo dos funcionan, menos mal que no se sienta nadie más con nosotros, uno de los que funcionan es para el peque-peque y el otro para mí, porque no es lo mismo ver los edificios desde el barco sin explicaciones que con explicaciones, es evidente ¿no?
Ahí arriba tenéis al peque-peque sin cascos pero mirando atentamente por la ventanilla para no perderse nada del paisaje… el pobre yo creo que se aburrió un poco con la excursión a pesar de los auriculares.
La excursión tendría que haber durado algo más pero al final casi nos alegramos de que no se cumpliera el tiempo estimado porque… pensabamos que a los peques les iba a gustar y bueno, al principio sí pero después estaban un poco saturados.
De hecho, el peque-peque se quedó dormido y todo, momento en el que (sinceramente) pude centrarme más y mejor en las explicaciones que recibíamos por los auriculares.
Ahí os dejé una foto tomada desde nuestro barquito del National Museum de Estocolmo, un museo fundado a finales del siglo XVIII aunque el edificio actual abrió sus instalaciones en 1866. En su interior tiene casi medio millón de dibujos que datan de 1500 hasta 1900, tiene obras de porcelana, cuenta con pinturas, esculturas clásicas y modernas de artistas como Rubens, Rembrandt, Renoir o Goya, entre otros muchos. La visita de su interior la dejamos para otra ocasión de visitar Estocolmo porque hemos llegado a la conclusión de que estamos en una ciudad a la que merece la pena volver.
Tuvimos mucha suerte y no nos llovió nada durante toda la visita a la ciudad y aunque para nosotros eso sea una costumbre, pudimos ver como a los suecos esto del sol les empuja a salir a las calles, a los embarcaderos o a las playas como en esta, una de las escasas playas urbanas en pleno centro de la ciudad, pocas ciudades y además capitales europeas tienen playa en el centro de las mismas. ¡No estaría nada mal tener una como esta en Madrid!
Os dejo con unas fotos de uno de los hoteles más elegantes de Estocolmo.. a este no sé si iremos algún día, quizás cuando nos toque la lotería… aunque tampoco pasa nada por verlo sólo por fuera. La arquitectura nórdica tiene una belleza muy diferente a nuestros edificios, su gótico se distingue perfectamente del gótico del su de Europa, las condiciones climatológicas marcan mucho las necesidades de las construcciones suecas y le dan una personalidad que a mí personalmente me parecen de gran belleza.
Los colores de los ladrillos, las ventanas, los muros robustos y los empinados tejados hacen un paisaje muy «de cuento» en una ciudad como esta que tiene pinta de ser amable con sus habitantes, que está rodeada de naturaleza y que siente los pies de los suecos por sus calles en cuanto aparece un tímido rayo de sol.