
Sin duda fue una de las visitas más completas, la que nos dejó con mejor sabor de boca y la que nos decubrió una ciudad preciosa: TALLÍN, la capital de Estonia, una ciudad de cuento. ¿La conocéis?
Nosotros no la conocíamos hasta este pasado verano y ¡estamos deseando volver a pasear por sus calles!
Tallín, es la capital de Estonia, un país relativamente joven, que se independizaba de la antigua Unión Soviética en 1991, hace poco más de veinte años.
En esta ciudad viven casi 400.000 personas, es la ciudad más poblada de Estonia y se encuentra al norte del país, a orillas del golfo de Finlandia y solo a 80 kilómetros de Helsinki. Tras la independencia del país, Tallín empezó a crecer como ciudad.
Económicamente Tallín es una ciudad de cuento y quizás gracias a ello se ha desarrollado en parte gracias al turismo y en parte gracias al empuje y a la inversión en nuevas tecnologías. Tallín siempre ha sido uno de los puertos más importantes de Estonia, si no el más, pero además, desde comienzos del siglo XX, el gobierno ha fomentado el desarrollo del sector de las nuevas tecnologías y la información.
Anatol, nuestro guía, estaba orgullosísimo de que la empresa Skype se creará precisamente allí, en su ciudad, allá por el año 2003.
De hecho, a Tallín se la ha llegado a llamar la «Silicon Valley del Báltico» por ser un foco muy atractivo para las empresas de tecnología e innovación.
El centro de Tallín está rehabilitado con mucho gusto y en torno a él, ha ido creciendo un distrito financiero y moderno que recuerda mucho al de otras ciudades europeas como puede ser Londres o incluso Madrid.
No nos dio tiempo a pasear esa zona más contemporánea, es uno de los motivos por los que estamos deseando volver a recorrer Tallín.
Nos quedamos con la plaza, con el entorno de la ciudad antigua y lo entenderéis cuando os diga que precisamente esta zona fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.
No es para menos porque recorrerla sin prisa, caminar por sus calles y pasearla sin llevar un rumbo fijo es lo mejor que se puede hacer para disfrutarla como se merece.
La plaza es de esas de cuento; destaca su ayuntamiento y su alta torre de más de 60 metros de altura, se trata de un edificio de estilo gótico tardío y tiene en su fachada dos gárgolas con forma de dragón del sigo XVII, era inevitable hacerle una foto a las gárgolas hechas de metal con una maestría formidable que presiden la plaza y vigilan a los transeúntes desde las alturas.
No podíamos dejar de visitar la Catedral de Alexander Nevski, una iglesia ortodoxa situada también en la llamada Ciudad Vieja, es una iglesia típicamente ortodoxa que se contruyó a finales del siglo XIX y principios del XX.
Ya veis que aún hay algún que otro andamio, no creo que estén aún con la construcción aunque tampoco es que yo sea una experta. Imagino que tiene pinta de que estarán con algún arreglo o remodelación.
Estuvimos muy poco tiempo recorriendo la ciudad aunque también es cierto que Tallín es una ciudad pequeña y quizás por eso resulta tan acogedora al visitante.
Tras pasear por la ciudad nos dirigimos al Museo al Aire Libre de Estonia, situado en la llamada Rocca al Mare. Una experiencia de la que no se puede prescindir si se viaja a este país.
Se trata de un museo etnológico, abierto desde 1957 en el que se muestran las antiguas estructuras de madera en las que vivían los habitantes del país hace décadas.
Se puede conocer cómo se distribuían las granjas, las familias, los animales; cómo funcionaban los molinos, cómo se pescaba y se secaba el pescado para poder guardarlo y consumirlo días después.
El Museo al Aire Libre son distintos edificios repartidos en una extensión de terreno que muestra, más o menos, como debían ser los pueblos y las aldeas estonios el siglo pasado y el anterior, cuando Estonia formaba parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Es sin duda una visita al pasado de una gran belleza. Para terminar y para olvidar las incontables picaduras de mosquitos que sufrimos, pudimos disfrutar de una exhibición de bailes típicos también con trajes típicos del país. Lo dicho, antes o después… habrá que volver a Tallín, eso lo tenemos muy claro.
[…] ciudad Tallín me encantó cuando la conocí, es pequeña y en cuesta pero tiene un encanto que las ciudades más grandes inevitablemente han […]