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Después de un fin de semana de lo más activo en lo que a paseos se refiere, me he dado cuenta de nuevo, de lo mucho, muchísimo que mis peques disfrutan triscando como cabras por el monte, subiendo y bajando caminos, transportando palos a ningún sitio, curioseando entre las piedras y por supuesto haciendo barcos para lanzar al río, es decir en contacto con la naturaleza disfrutan como niños, como lo que son.
No es algo nuevo, no es algo que haya descubierto hoy.. es algo que sé pero que no siempre puedo facilitárselo aunque les busque todo tipo de sustitutos..
Y la verdad y aunque nos pese.. no creo que sea la única.. ¿no?
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¿Os venís a jugar a la calle? |
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Las fuentes de los parques… en fin… uff!! |
Creo que le llaman «trastorno por déficit de naturaleza» pero la verdad es que a mí estos nombres tan complicados y tan «grandes» sólo me recuerdan a conceptos antiguos.
Vamos que el que bautiza un hecho no siempre ha descubierto la pólvora, no sé si me explico.
Soy de las que pienso que los niños cuando están sanitos tienen que saltar, correr, triscar cual cabras, jugar con palos, coger cosas del suelo que en la mayoría de los casos les «animaré fervorosamente» a que las devuelvan al suelo.., descubrir hierbas, plantas y flores, examinar algún que otro insecto, a poder ser que sea más pequeños que ellos… y pisar algún excremento canino que el guarro del dueño del pobre bicho no ha tenido a bien recoger…
Y como eso creo que es una necesidad pues de vez en cuando tengo la suerte de poder hacerlo con mis hijos, por ellos y para ellos.
No es que el SantoPadre y yo vayamos de progenitores sufridos pero la verdad es que a veces nos desparramaríamos en el sofá tan a gusto en vez de lanzarnos a dar un paseo por nuestro «camino secreto» en el trozo de campo que tenemos al lado de casa. Sí, somos unos privilegiados.
O inventarnos que hay que ir a comprar el pan a la otra punta del pueblo para que mis dos salvajes puedan ir corriendo por la calle como lo que son, dos salvajes.. o sea dos niños sanos con una energía y una curiosidad propias de su edad.
Pero insisto, somos unos privilegiados.
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El parque, el campo, la calle, el barrio…cosas de niños ¿seguro? |
Entiendo a la gente que vive en las grandes ciudades y no puede ni quiere que sus hijos corran por las aceras a más de 10 metros de distancia, entiendo a los padres que no entienden como «naturaleza» un raquítico parque con dos columpios y un tobogán destartalado, comprendo que las opciones a veces no son ni siquiera valorables.
Y lo de escapar con el coche al campo, al pueblo, a algún macro parque urbano pues no siempre es una opción por diversos y conocidos motivos..
No se dan las condiciones para tener una calle habitable, vivible y ya ni os cuento una calle en la que los niños tengan un mínimo espacio. No, ni están esas condiciones ni se las espera…
No voy a buscar culpables.. que si me pongo los encuentro, no hay nada que no encuentre una madre, ya lo sabéis… Pero me encantaría encontrar sobre todo soluciones.
Tratar de hacer paseables nuestras calles implicaría muchas cosas buenas, poder interaccionar con nuestros vecinos, mejorar, ampliar o en muchos casos, crear relaciones humanas con nuestro entorno.
Conocernos, convivir, colaborar, cooperar, crear juntos.
Hacer unas ciudades que no sean simplemente bloques llenos de pisos, llenos de camas, llenos de gentes que no se conocen ni se reconocen.
Habría que cambiar un poco.. podríamos aprovechar ahora que vuelve el sol a ponerle una sonrisa a los días para compartirla ¿no os parece?
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Para un especial no está nada mal como actividad al aire libre.. |
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La naturaleza: sin duda el mejor parque de atracciones que hay. |