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Esto de las redes sociales de verdad de la buena que es un punto que cada día me gusta más, que sí que también hay un lado oscuro pero a ese cada vez le hago menos caso, no merece la pena. Merece la pena que un día te encuentres de repente a una súper mamá. Así, de casualidad, una Mamá Pluriempleada contando que ha estado de «Mamá Voluntaria» en el cole de su hijo, Su Moco (como llama ella a uno de los dos hombres más importantes de su vida) y le dices:


– «Oye, maja ¿y por qué no lo cuentas en el blog?»

¡Y ZAS!  Te pasan un post cocinadito, un «llave en mano» que diría yo contando todo el proceso que le llevó hasta el cole, contando su vida, su momento laboral, sus intenciones, su reparto de tareas, lo que le gusta y lo que no.

Lo que yo os diga ¡un lujo! Bueno, que no me enrollo que no todos los días Celia Blanco regresa a este blog, en este caso a contar lo bien que se lo pasó de Mamá Molona en el cole de su hijo ¡os va a encantar y os va a dar muuucha envidia, a partes iguales!

«No soy una madre ejemplar. No, no lo soy.  Ni siquiera soy de la madres que llevan todas las mañanas a su hijo.

Lo único bueno de estar en paro es que ya puedo turnarme con El Patillas y dos mañanas a la semana me levanto a mi ritmo. Sea el que sea. Eso y que ya puedo participar en las actividades del colegio son las únicas ventajas que le veo a no tener trabajo. 

Hace dos semanas, la profesora de Mi Moco nos pidió colaboración para uno de los talleres que imparten este curso con todos los de Primaria; no me lo pensé. 

Y no soy madre universal: a mí no me gustan especialmente los niños; me gusta el mío. Pero quise estar.  En esas dos semanas, por supuesto ha pasado de todo. 

Fuimos a una reunión previa donde nos distribuyeron en equipos formados por 6 padres quienes deberíamos explicarles y guiarles por una actividad del proyecto de Las Plantas que les toca este trimestre. A mí me tocó el de pintura plástica. Perfecto. 

Para mí estar en paro no supone ni mucho menos quedarme quieta. Mi agenda está repleta  de citas, reuniones, entrevistas y hasta a veces promesas de cenas. A lo que hay que añadir que no he dejado de escribir un solo día desde que no me renovaron en el último programa, lo que implica tener las mañanas siempre ocupadas. 

Y esta mañana, después de que ayer tuviera una reunión estrictamente profesional que yo alargué en el terreno personal hasta las dos de la madrugada, ahí estaba, dispuesta a darlo todo por Mi Moco. Por Mi Moco y otros muchos niños más o menos desconocidos. 

A las 9’00 en punto pasaban los niños a sus aulas y, pasados 20 minutos, comenzaban a desfilar delante de nuestro grupo. Yo pretendía pasar un poco desapercibida y ayudar más bien a las otras madres. Que ellas explicaran cómo son las espinacas, las fresas y el azafrán, de dónde nacen, cómo se recolectan y que animaran a los niños a pintar sobre unas cartulinas aplastándolas y mezclándolas con agua. Ese era el plan. Pues no. 

Solo en los dos primeros grupos he estado modélica. Después me he pringado las manos machacando fresas, he cantado la canción de «Popeye el marino soy» con tono de voz de Alaska, he comido espinacas crudas dándole a todos los que han pedido una hoja (sin lavar, confieso).  Y me he reído con las demás madres compartiendo toda una recua de fans por unos minutos.  A mí, que con público me vengo arriba. 

Mi Moco también ha pasado por mi taller. Y como todos los hombres de esta casa, ha chuleado de mí. Estaba pletórico de que una de las madres que estaba allí fuera la suya. Yo. La misma que cada mañana lo azuza para que se tome la leche rapidito y lo amenaza al menos una vez con que hoy no hay parque como lleguemos tarde al cole. 

Pero también soy la que sale en la tele explicando cómo se hacen las patatas fritas, un vídeo que les ponen en el cole que les fascina. Sí, también soy esa. 

Y la que desde aquella carpa contaba moviendo muchos los brazos, que si comían espinacas tendrían fuerza para jugar al balón prisionero o que en la India hacen un helado de azafrán delicioso. Lo sé porque me pasé un mes de enero tomándolo en Gokarna (India) «Estuvo 4 meses allí. Mamá no miente», apostilla Mi Moco.  Me lo he pasado pipa.

Claro que he agradecido que fueran las 12’30 para llegar a mi casa y volver a mi Mac adorable a hacer lo que de verdad se me da bien. Soy incapaz de escribir ni un solo relato para los niños a los que les he enseñado a hacer murales con hebras de azafrán, a las pruebas me remito. Pero dudo mucho que cuando esos enanos sean adultos pueda divertirme tanto con ellos. Máxime un jueves cualquiera habiendo dormido menos de 6 horas.  Esto además fijo que el Purgatorio cuenta a mi favor. Seguro.»  

Bueno, se lo ha pasado como los indios ¿qué no?

Por cierto, así entre nosotras, que si os lo queréis pasar también estupendamente, no dejéis de leer el libro que Celia acaba de publicar, del que ya os hablé en ESTE post. Os dejo AQUI el enlace por si queréis saber un poco más de que van esos «tacones». ¡¡Gracias Celia!!

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2 thoughts on “Mamás Pluriempleadas. Celia Blanco «Hoy llevo el disfraz de SuperMamá»

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