
Crecen. Sin pausa y sin pudor. Ellos crecen y sí, claro me diréis que así debe ser y tenéis razón pero ¡qué deprisa crecen! Y cuando crecen nos encontramos con que los cambios son muchos, muchísimos, son todos. Incluso cambian nuestras conversaciones ¿de qué hablamos cuando hablamos de sexo con nuestros hijos?
Porque sí, todo cambia a su alrededor como decíamos, al mismo tiempo que ellos y ellas van cambiando, van creciendo y sus dudas y curiosidades crecen con ellos.
Hay temas que son “funcionales” la alimentación, la ropa, esas cosas más o menos mecánicas y sencillas. Hay otros temas que son nuevos en sus cabezas y en sus cuerpos, son nuevos para ellos y para nosotros como padres. Temas a los que precisamente somos nosotros los que
tenemos que “responder”. Y no siempre es fácil.
Hay dos temas especialmente complicados, de esos sobre los que hay que andar con pies de plomo, como en un campo de minas, porque unimos nuestra intención como padres por decirles la verdad, junto con el miedo, como padres, precisamente por decírsela.
Uno de esos temas es la muerte, morir, dejar de vivir, morir “para siempre” (como dice ElCanijo), el concepto de “eternidad”, la posibilidad de que mueran sus seres queridos, sus referentes, los que les damos seguridad e incluso, la posibilidad de que ellos mismos pudieran morir.
Son conceptos que obviamente les angustian ¡nos pasa a los adultos a veces, cómo no va a ocurrirles a ellos!
Otro de esos temas es el sexo pero ¿por qué? Porque es difícil, es complicado, hablarles de sexo a nuestros hijos, a niños que acaban de cumplir los seis, los siete o los ocho años.
Niños que nos empiezan a preguntar, que empiezan a tener dudas sobre
lo que les pasa, lo que sienten, lo que escuchan en el cole, en la tele, en alguna película o incluso en algún libro o en una exposición.
Vivimos rodeados de imágenes “sexuales” pero como adultos no nos hemos dado cuenta, quizás las hayamos normalizado tal vez en exceso. No tengo la solución ni la fórmula ¿lo que yo hago?
Trato de dar respuestas, no explicaciones porque no es lo mismo y lo que
sí sé es que los niños quieren respuestas, no explicaciones. Trato de relativizarlo, de quitarle importancia, de responder exactamente lo que me preguntan ni menos, ni sobre todo más.
La horquilla de su curiosidad es amplísima, desde la primera menstruación de alguna de sus compañeras de clase, a preguntas más concretas sobre enrollarse o bueno, ya os podéis imaginar.
No me resulta cómodo hablar de sexo con ElMayor pero tampoco trato de ocultarle nada y sobre todo, trato de estar atenta más a los gestos que a las preguntas.
Quizás abiertamente pregunta menos de lo que él mismo sé que deduce en el día a día a partir de mis reacciones o incluso mis respuestas inconscientes.
Soy de las que piensa que seguro que no siempre me escucha pero sí, siempre me ve. Y también soy consciente de que si no encuentra respuestas en sus padres las buscará en otras fuentes menos fiables y que seguro que me iba a gustar mucho menos la información que le pudieran ofrecer en eso seguro que estamos todos también de acuerdo.
Ya veis que no, no tengo trucos, ni en esto ni en nada, os lo confieso. Yo soy de las que va improvisando sobre la marcha, a veces acierto y otras seguro que fallo pero siempre es con buena intención… como suele pasarnos a las madres y padres.
Pues yo si soy de dar explicaciones jajajajaja me falta sacar un mapa de el cuerpo humano, y voy de lo pequeño a lo grande, vamos que me sale una clase de conocimiento de el medio en toda regla XD
Creo que con niñas es más fácil explicarles el tema de la sexualidad, entendido en su vertiente más adulta. Al menos, yo no creo verme capacitada para responder a niños :p
Las preguntas llegan cuando menos las esperamos así que tu filosofía de dar respuestas y no explicaciones es magnífica!
Todos hemos sido primerizos en esto y se aprende sobre la marcha.
Yo voy tomando nota de todo lo que vais contando las demás, porque aquí no tengo amigas con niños mayores que me puedan aconsejar o contar su experiencia… En este tema toda ayuda es bienvenida!
Me quedo con esa frase de "dar respuestas, no explicaciones", porque a veces los padres nos lanzamos a hablar, a explicar y la atención se dispersa por el camino. Coincido también en eso de que no siempre nos oyen pero siempre nos ven porque es fácil olvidar que el verdadero ejemplo lo ponemos en el día a día, no con nuestros "cuentos chinos".
Como siempre, es un placer contar contigo por aquí. Muchas gracias!!!
Yo como tu,seguiré improvisando como con todo….lo de la eternidad,lo lleva mal hasta yo