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Pocas cosas más apetecibles que planear actividades con tus hijos en Navidad y si esa actividad es supone que Greenpeace nos enseña su barco, el Artic Sunrise es aún más apetecible.
Eso nos pasó a nosotros estamos en Valencia, tuvimos la oportunidad de hacer aún más especial nuestra estancia en la ciudad recorriendo junto a los activistas de Greenpeace uno de sus barcos más emblemáticos aún en activo, el Artic Sunrise.
No todos los días tenemos la suerte de entrar a ver cómo hacen lo que hacen los voluntarios, los idealistas, los trabajadores, los luchadores, los miembros de una organización como Greenpeace.
Personas como tu o como yo, no nos engañemos, que ponen por encima de la comodidad individual el bien común y la defensa del planeta, del de todos.
Los niños se llevaron puesta sin darse ni cuenta, una tremenda lección de empatía, de lucha social, de defensa medioambiental, de sentido común y sobre todo de humildad.
Y los adultos también lo aprendimos, que no es que vayamos siempre muy sobrados de todas esas cualidades, la verdad.
Recorrimos el Artic Sunrise de arriba a abajo de la mano de dos voluntarios de Greenpeace, aunque estuvimos charlando animadamente con un tercero en la cubierta mientras esperábamos que otro grupo de visitantes terminara de recorrer la bodega de este rompehielos que por cosas del karma, ha pasado de matar focas… a defender el medio ambiente de la mano de estos luchadores.
Parece increíble ver el hierro retorcido de una lancha tras una escaramuza en una protesta que pretendía ser pacífica y que termino con una voluntaria de Greenpeace en el hospital, como parece increíble ver esa huella de patada de bota de soldado ruso en una de las puertas de los camarotes del barco.
Parece increíble que hablemos de activistas pacíficos frente a ejércitos de distintos países y distintos colores, pero que al final se comportan con la misma brutalidad.
ElMayor por supuesto se sentó en la silla del capitán tras escuchar las explicaciones en la cabina de mandos, ElCanijo descubrió la foca y el oso polar en dos puertas en la bodega del barco y el SantoPadre y yo palpamos la pasión de estas personas por lo que hacen, por contarlo, por contagiarlo, porque no es lógico que se hayan tenido que enfrentar a una posible condena de 3 años de cárcel y una multa a la organización, de más de 300.000€ ¿en este país en el que los mangantes de verdad se ríen en nuestra cara y sus esposas alegan alegremente no saber nada de nada, para eludir la justicia?
Sí, en este, en el mío y quizás en el de muchos de vosotros que ahora me leeís.
Obviamente por sensatez y por la presión social que se ha ejercido, el juez no ha visto delito en sus acciones ni en sus reivindicaciones.
Es que para algunos eso de decir la verdad, es muy peligroso, claro.. así se explica..
Lo bueno es que en el fondo y a pesar de las noticias con las que nos despertamos un día sí y otro también, resulta que cuanto peor está nuestra economía más nos inscribimos en ONGs como Greenpeace, cuanto menos nos quieren dejar protestar con leyes como la Ley Mordaza, más apoyamos a personas que salen a la calle, que se cuelgan de una chimenea en una central nuclear o que ocupan una lancha en medio del mar, y que defienden los intereses de todos, de una manera pacífica.
Y un pequeño detalle, que no hablamos de todos «ahora» sino que también.. defienden los intereses de todos nuestros hijos y si fuéramos medianamente inteligentes, estaríamos allí.. con ellos.. si no lo hacemos por nosotros, deberíamos hacerlo por ellos, por nuestros hijos.
A fin de cuentas el que estamos destrozando es su planeta y no el nuestro.
[…] las medidas menos populares, las medidas que miran a largo plazo, las políticas que respetan el medio ambiente y la naturaleza por encima de los propios intereses de los malos políticos y peores […]
Qué pasada, a mí también me habría encantado
¡¡Seguro que sí!!
La verdad es que estuvo genial, uno de los recuerdos más bonitos del viaje y eso que tuvimos unos cuantos..