
Os hablaba hace poco más de un mes, de la campaña de IKEA por Navidad “Peluches para la Educación” ya sabéis lo fácil que es formar parte de esta campaña. Tan fácil como comprar un peluche en IKEA y un euro del precio de cada peluche se destinará a los proyectos educativos que UNICEF y Save the Children están llevando a cabo en distintos países. ¿Por qué educación? ¿Por qué no otro de los muchos aspectos que seguro que necesita la infancia en esos mismos países? Porque la educación no es una inversión sólo para el presente, es una inversión de futuro, la educación es un arma para luchar contra la pobreza, aunque algunos políticos incluso en nuestro país no saben o no quieren verlo.
UNICEF y Save the Children, lo tienen muy claro en este sentido desde el año 2003, cuando empezaron a colaborar con la Fundación IKEA como receptores del dinero que genera la campaña “Peluches para la Educación”.
Es evidente que la educación aporta a la vida de un niño un cambio enorme tanto en su bienestar, en su salud, como sobre todo en sus posibilidades de futuro.
Es evidente que el conocimiento capacita a los niños y les proporciona habilidades y confianza para construirse un futuro mejor, pero no sólo a ellos sino también a su comunidad. Cuando un niño va a la escuela y permanece en ella cursando sus estudios, cambia el curso de su vida y se sabe que también el curso de la vida de generaciones futuras.
Desde IKEA se ha aportado a UNICEF y a Save the Children la nada desdeñable cifra de 67 millones de euros que han dado vida a 99 proyectos, en 46 países.
67 millones de euros que han repercutido en las vidas de 11 millones de niños en esos países, en sus vidas y en las vidas futuras de otros miles de niños.
Algunos de esos países son Angola, Mali, Sudáfrica, Malaui, China o Bangladesh. Y algunos de esos proyectos han servido para cambiar el futuro y el presente de niños afectados por conflictos armados, por malnutrición, por inundaciones, han sido proyectos para niños discapacitados, para niños de minorías étnicas abocados a la
marginación y a la pobreza.
Los ejemplos son inmensos, hasta cubrir esa cifra de 11 millones de niños en todo el mundo y a pesar de las trabas, los problemas y a veces la falta de intención de algunos de los gobiernos de algunos de los países en los que trabajan Save the Children y UNICEF.
No podemos olvidar que no hay nada más peligroso para un gobierno corrupto o injusto que un pueblo educado, instruido, un pueblo con un pensamiento crítico.
La educación es la mejor arma que tenemos y la mejor que podemos dar a los niños para poder y saber luchar por su propio futuro.
Y siendo unos logros magníficos por parte de ONGs como UNICEF y Save the Children, debemos ser conscientes de lo mucho que queda por hacer y de lo mucho con lo que nosotros debemos colaborar.
Hay aún en torno a los 57 millones de niños en el mundo sin escolarizar, niños sin más futuro que su presente.
No es justo y debemos entre todos, tratar de evitarlo.