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Sí, la noticia es esa, nada menos que un piso de 400 metros cuadrados para el obispo de Madrid porque ha dejado de serlo y necesita mudarse a una residencia más modesta. El obispo de Madrid ya no lo es y deja el palacio episcopal así que se muda a un piso de 400 metros cuadrados, todos para él que pagará ¿quién lo pagará?

El caso es que me ha salido una carta y no sólo ha sido por eso, esto ha sido la gota de 400 metros cuadrados que ha colmado el vaso. Un vaso muy grande, sí.

Querido Antonio María:

Bueno, lo de «querido» tu tómatelo en plan metafórico que tú eres célibe, obviamente. Lo que te decía ¿qué tal vas con la mudanza, hermoso?

Sí, ya sé, estas cosas sabe uno cuando empiezan pero ni cómo ni cuándo acaban. ¡Menudo lío de cajas tienes que tener! Es que pasar de un palacio (y episcopal, además) a un piso pues oye que yo no lo he vivido nunca pero soy una mujer muy empática y me pongo en tu piel ¡y vaya mambo que tienes que tener de cajas por todos los lados!¡Un sindios!

Sí, que tenga 400 metros cuadrados pues claro, no ayuda, porque con siete dormitorios para tí solo ¿dónde pones las cosas? las reliquias, las antigüedades, los candelabros de bronce, el reloj de cuco, el tapete de ganchillo. Yo te recomendaría que minimizaras e hicieras algo de FenShui pero claro, lo mismo a ti estas cosas de las filosofías orientales, pues como que no te van, no sé.  

Oye pero quería comentarte que he leído el BOE estos días (ya ves, me ha dado por ahí) y no sé, lo mismo se os ha ido un poco la mano, con buena intención claro ¡eso por descontado Antonio María que nos conocemos!

Pero mira, decirle a un chaval de primaria que es incapaz de ser feliz por ser hombre (hombre en plan ser humano, que ya sé que en esto de la tristeza y la infelicidad no hacéis discriminación por razones de género), pues eso que a esa edad en la que anda preocupado por su flequillo, por sus deportivas y por jugar al fútbol como si no hubiera un mañana, a esa edad en la que andan buscando respuestas a preguntas que aún no
conocen, a esa edad en la que empiezan a despertarse así, en general ¡coño no les digáis eso de que no van a ser felices en su puñetera vida, que les dejáis hechos polvo!

¿De verdad tú crees que es necesario explicarle a un niño de siete años que no va a ser feliz? Que no digo yo que no tengas razón Antonio María que esto de la felicidad es muy relativo y esta sociedad de consumo en la que estamos ahogados pues tampoco es que ayude mucho, pero ¿tan pronto? ¿con siete años tienen que saberlo?   

Y encima habéis pensado que aunque no vaya a ser feliz en su puñetera vida, tiene que agradecerle a algo o alguien que lo ha diseñado así ¿imperfecto? ¿con tara? ¡Hombre, no Antonio María, eso hasta los 40 por lo menos, no hay quien lo asuma!

Dadle una vuelta a la idea porque mira, si eso se lo dices a ElCanijo que tiene 6 años ya te digo yo que la clase
no avanza de ahí hasta final de curso. Es lo que tiene que me haya salido un niño analítico y que le da vueltas a las cosas para tratar de entenderlas, lo mismo es culpa nuestra como padres que le hemos animado a pensar por sí mismo y a no creerse todo lo que le cuentan.

Claro que te vas a encontrar con un niño al que le visita un tipo super-enrollado que se llama Santa Claus y le
trae regalos pero le vais a decir que le dé gracias a otro que le ha diseñado para no ser feliz. No sé, Antonio María, lo mismo tenéis que curraros un poco más el marketing en ese sentido que es que los niños de ahora… no son como los de antes, la tecnología, ya sabes que es mala malísima ¡lo mismo te hace pensar como te obliga a jugar al Candy Crash en el trabajo! ¿qué no?

Mira Antonio María, como sé que andas liado con la mudanza no te quiero entretener y otro día ya hablamos de lo que me parece sobre que inoculéis estas ideas en las aulas de los centros públicos españoles, que yo sé que no es culpa tuya, ni de los tuyos.

Que la culpa es de quien tiene que ser más rígido y es demasiado permisivo con vuestras peticiones, que pasa como con los hijos que no siempre se les puede decir que sí a todo, pero por su propio bien, que hay que educarles, ponerles en su sitio y que aprendan a que no se pueden salir con la suya ni hacer siempre su santa
voluntad, pero porque les queremos, como nos pasa con vosotros.

Bueno, lo dicho.. y si ves que no tienes suficientes paredes para los cuadros o las esculturas o los tapices lo
mismo se las puedes dar a alguien por aquello de la caridad bien entendida aunque claro ¡qué te voy a enseñar yo a ti de eso, hermoso!  

Un abrazo casto y puro.

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