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Todos los días tenemos motivos para estar más cabreados que una mona.  Todos. No se salva ninguno pero también todos los días hay motivos para sonreír aunque a veces nos cueste regalárnoslos.

Que si los niños dejan la pasta de dientes sin cerrar, no recogen el suelo del baño, tu marido no llega a la hora o tu madre (y tu padre) te regañan como cuando tenías doce años por cualquier chorrada (que te parece a ti una chorrada y a ellos algo importante). Todos los días y si me apuráis varias
veces al día tenemos motivos para estar viendo el lado menos bonito de esta historia que llamamos vida.

Lo bueno es que también todos los días tenemos motivos para sonreír, para calmar nuestra angustia, tenemos motivos para sentirnos queridos y notar cierta calidez en el corazón (¿me estoy poniendo cursi? ya paro…).

Es verdad, son las dos caras de la misma moneda, la de la vida, con la que nos ha tocado jugar hasta que acabe la partida.

Podemos mirar siempre un lado o podemos poner parte de nuestras energías en mirar también el lado más soleado de nuestros días, de nuestra vida. ¿Os apuntáis?  O tal ver debería decir ¿os atrevéis? porque a ver, entre unas cosas y otras fácil no es que sea siempre.

Sí, es verdad, tus hijos como los míos puede que se dejen la pasta de dientes sin cerrar la mitad de los días pero no se van al colegio sin plantarme un beso o dos o los que puedan.

Sí, llega tarde otra vez pero encuentra siempre una manera de provocarme una sonrisa.

Sí, me regañan como cuando era una cría pero me quieren incondicionalmente.

La cara A y la cara B, como cuando escuchábamos la música en vinilos. Y eso en casa, en mi casa, de puertas para adentro pero si abrimos la ventana
al mundo, la cara A la de la Angustia, la violenciA, la sinrAzón, la desesperAción, puede que más de un día nos Ahogue sin piedAd.  Y yo me niego.

Hoy sólo voy a mirar la cara B, la de la Belleza en los gestos solidarios, la de la Bondad de los pequeños detalles, la de la noBleza que encierra la generosidad más diminuta y que a veces pisamos sin darle toda la importancia que merece y merece mucha.

Como la solidaridad anónima de estas nueve aBuelas italianas esas “Nove Nonne” que reparten cariño a la gente que creen que puede necesitarlo, sin darse a conocer, sin dejar que se lo agradezcan a ellas sino a cualquiera, a todos. 

Uno de esos gestos bonitos que te ponen la sonrisa en la cara y te hacen preguntarte “¿y por qué no?”

Esa es la humanidad que da calor con su mano tendida, la que habla bajito de solidaridad y compañía y no de caridad y soledad. Esa es la humanidad que acoge sin preguntar y que entiende que cada uno da lo que recibe como canta Drexler.

Me gusta toparme de pronto con una noticia sobre una empresa creada por gente que se preocupa de la gente, gente como estos empresarios colombianos que han decidido fabricar lápices a partir de las tremendas cantidades de papel que se tiran en las oficinas de su país, de su ciudad, de cualquier país y cualquier ciudad, no nos engañemos.

Lápices que después se pueden utilizar en esas mismas oficinas o en otras, en colegios, en escuelas. Lápices que dibujen sueños de niños y de adultos, lápices que pintan sonrisas, lápices que hagan arte y arte que sea bello y que nazca de algo que se iba a tirar como es el papel usado ¡me parece tan genial cómo se cierra el círculo!

Me gusta la gente que ve los problemas de los demás y busca soluciones aunque los problemas parezcan enormes y fuera de sus posibilidades.

Problemas del tamaño de una casa, soluciones que pasan por fabricar una pequeña casa para una persona que malvive en la calle.  Una persona que
empatiza con otra simplemente porque la ve a diario y le busca una solución a su tremendo problema.

Algo que sé que deberían hacer las instituciones pero que no hacen es
evidente. No es una solución completa ni redonda pero es un gesto hermoso por parte de otro ser humano.

De verdad que sí, soy de las que pienso que la solidaridad es contagiosa. Antes de ayer sin ir más lejos hablaba de ello con dos amigas en elpatio sobre lo contagiosa o no que es la solidaridad. 

Yo creo que lo es sinceramente, sé que Sara cree que no pero lo mismo estar rodeado de gente íntegra porque tú lo seas hace que ellos lo sean, o quizás lo eres porque estás rodeado de gente íntegra y solidaria. 

Sí que es verdad que es más fácil cuando se mama desde la infancia, cuando lo ves en tus principales referentes, en tus modelos educacionales, pero creo que la solidaridad como el chino, también se puede aprender. 

Sólo hace falta entrenar mucho y si me apuras me parece más sencillo aprender a ser solidario que a hablar chino, no sé lo mismo es cosa mía, así que todo es ponerse porque tenemos claro que todos los días hay motivos para sonreír aunque nos cueste encontrarlos.

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