
Hace unas semanas contactaron conmigo de una empresa de productos para perros y mascotas, me invitaban a pasar una tarde, a charlar, a merendar juntos, a conocernos y a hablar de perros y niños, esa mezcla tan perfecta.
Yo tengo dos salvajes adorables en casa, lo sabéis, ElMayor y ElCanijo y ya con ellos lleno el cupo de seres vivos de los que ocuparme así que la verdad, no sabía yo qué pintaba allí.
Pero entonces vi que era una amiga la que daba la charla, una de las lectoras de nuestro #UnoAlMes que en Septiembre vendrá con sorpresas de las que no puedo hablar ahora, la que iba a hablar de perros y niños y pensé que sería una charla agradable, amena y podríamos después hablar más tranquila.
Acerté de chiripa, no nos engañemos.
La charla estuvo bien Melisa sabe mucho de perros y de gatos, creo que más de perros pero es una apreciación mía, lleva más de 11 años escribiendo y leyendo sobre ellos.
Kiwoko fue la empresa que convocaba y lo que más me gustó fue descubrir que venden prácticamente de todo lo imaginable para los perros menos perros, no tienen “cachorros de cristalera” algo que debería no haber en ninguna tienda ya en nuestro país, por aquello de que presumimos de respeto y cuidado a los animales.
Pues además la persona de Kiwoko nos habló de los distintos parásitos que existen en nuestro país dependiendo de la zona y de lo efectivas que son las pastillas para luchar contra ellos, más que los sprays.
Aprendí que es más que recomendable tocar el asfalto cuando hace este tremendo calor de estos días, antes de salir a pasear con nuestro perro,
no nos olvidemos de que él va descalzo.
Me acordé del perro de un amigo de ElMayor que es un carlino y ronca como elefante y es porque los animales con el morro cortito respiran peor y tienen peos ventilación.
Me vi reflejada en sus patrones alimenticios en verano, el calor nos deja a todos más flojeras de lo normal, nos movemos algo menos por lo que perros y humanos, en general, necesitamos un aporte calórico menor, tenemos menos hambre de lo normal.
Alguna estresada (que también fue a la charla) me decía el otro día que ella es incapaz de comer, que ella desayuna y cena cuando aprieta el calor. No me extraña.
Y me dolió saber que somos el país con el récord de animales abandonados, sobre todo en verano, 300.000 perros abandonados a lo largo del año pasado. De los que se pueden contabilizar, de los que se encuentran.
Estoy de acuerdo con lo que dijo
Melisa, cuando decidimos tener un perro en casa es porque decidimos que forme
parte de nuestra familia.
Y cuando decidimos que no es porque no vamos a poder
darle una vida acorde a sus necesidades.
Sí estoy de acuerdo en que la
relación, el vínculo que se genera entre un perro y un niño es muy enriquecedor para ambos y sé que en mi caso ElCanijo sería tremendamente feliz pero no puede ser por horarios, por aficiones, por naturaleza familiar.
Bueno pues a pesar de esto me los llevé a los dos, soy así de inconsciente.
Ellos disfrutaron, aprendieron y en un momento de la charla me percaté de que ElMayor se había sentado en primera fila para presionarme estar aún más atento a lo que contaba Melisa sobre la relación de los niños y los perros, sobre todo los niños y los perros que no se conocen entre sí, que se encuentran en la calle.
¿Cómo deben comportarse?
Lo primero preguntar al dueño, algo que ElCanijo hace ya habitualmente después de pedirme permiso a mí o a su padre.
Después no montarse nunca a caballito ni echarse encima de él, en eso el niño también me ha salido sensato y no lo
hace.
Algo muy importante, acercar su mano para que el perro le huela.
Eso lo aprendieron los dos esa tarde, cuando Melisa se lo contó.
Sé que ElMayor no lo va a poner mucho en práctica porque no es de acercarse a perros desconocidos pero sí, su hermano es bueno que lo sepa, muy bueno.
Bueno, que aunque me traje a casa a dos niños entusiasmados con la idea que había vuelto a florecer en sus cabezas sobre si íbamos a tener un perro, la verdad es que la tarde fue entretenida y muy interesante.
No, nosotros no creo que tengamos un perro en los próximos 20 o 30 años aunque también es verdad que no se puede decir nunca de esta agua no beberé… ¿qué no?
Me parece muy importante el punto de Melisa sobre la relación de niños y perros desconocidos en la calle. No convivir con un animal de compañía no exime educar a los hijos respecto al comportamiento positivo hacia ellos. Ý para ilustrar un ejemplo de lo que pude presenciar recientemente. En la puerta de entrada de una farmacia había un perro mediano esperando a su dueño, que estaba en el interior. El can estaba de pie, con toda su atención focalizada a su humano, cuando pasó una familia con una niña de unos 2 años, que se tiró a la grupa del perro – y este a pesar del susto imprevisto y de los chillidos histéricos de la madre ('deja el perro quieto') ni se inmutó. Esperé a la salida del dueño para felicitarle por la buena educación que le había dado a su perro. Y estábamos de acuerdo que, si por una reacción instintiva de sobresalto se hubiera revuelto hacia la niña, se habría culpado al dueño y no a la niña que le asaltó, ni a su familia que no estaba pendiente de ella. En el interés de una buena convivencia de todos, tengamos en cuenta esta cuestión.
Magnífica anécdota.
Ante una situación como la que cuentas, lo habitual es que nos dejemos llevar por los prejuicios, es verdad y es una pena, también.
Gracias por pasar por el blog, por leer y por comentar.