
Hoy sigo llevándoos a Málaga y seguimos sin pisar sus playas ¡que no se me enfade nadie! Hoy nos toca Bioparc y Teleférico, vamos a disfrutar y a aprender mucho y a subirnos a las alturas más altas que conocemos en la zona.
Que a los niños les encantan las aventuras es una realidad y si las pueden correr con sus padres para ellos ya es un planazo redondo.
No siempre se puede, es verdad pero a veces, ir por la carretera, en vacaciones, de vuelta a casa y que se cruce por nuestras cabezas un plan alternativo puede ser uno de esos momentos mágicos.
Empiezo con una confesión, no sé si a vosotras os pasa desde que sois madres pero en mi caso es matemático, es subirme a algo potencialmente peligroso con mis hijos y me entra una desazón y empiezo a pensar “pero para que les he subido ¿y si pasa algo?”.
Será cosa de la edad o de la maternidad, no lo sé. Dicho esto hoy nos vamos hasta Fuengirola y a la vuelta hacemos una parada en Benalmádena, para pasar un día completo.
Fauna Salvaje en Fuengirola Sí, porque nos disponemos a recorrer las instalaciones de Bioparc.A principios de año conocíamos las de Valencia y nos encantó la experiencia.
Este verano, estando tan cerca, la cita con las instalaciones de Fuengirola era ineludible. Y nos plantamos en la puerta un día cualquiera de las vacaciones de verano.
Los cuatro dispuestos a conocer las costumbres y los hábitats de los animales que viven allí. La primera sorpresa es que el Bioparc de Fuengirola está en medio de la ciudad, en una calle como cualquier otra y no a las afueras como nosotros habíamos pensado.
La segunda sorpresa es que tiene un tamaño más reducido que el de Valencia, se tarda menos en recorrerlo y se puede hacer pausas mayores para recrearse con lo que hacen los animales favoritos de cada uno. También es verdad que al ser más pequeño y al estar en verano el número de visitantes es bastante mayor y se nota, es lógico ¿no?
Tortugas gigantes impresionantes, con sus costumbres alimenticias explicadas por sus cuidadoras, fue muy interesante y más para los niños, a nosotros no nos gusta mucho lo de “humanizar” a los animales pero es cierto que a los peques les llama la atención, al menos de momento.
Las serpientes en esta casa son punto y aparte así que hubo que hacer una larga parada para conocerlas en profundidad aunque muchas de ellas estaban durmiendo y no interrumpieron su sueño por nosotros, como era lógico.
Lo mejor de instalaciones como estas es que aprendes y disfrutas y no parece que los animales vivan hacinados, conviven en hábitats compatibles para distintas especies con lo que el espacio puede ser algo más generoso.
Y claro, con alguno convives incluso en medio del paseo y eso sigue siendo algo que a mis chicos les rechifla. En la foto os he puesto unas flechitas para que localicéis fácilmente a los dos animales que tuvieron entretenidos a mis hijos un buen rato durante el recorrido por BioParc.
Por las Nubes
Dejamos Bioparc y resulta que por el camino se nos cruza el Teleférico de Benalmádena y claro.. “¿a que no os atrevéis a subir?” No, ya os digo yo que en un coche con mis chicos dentro no se pueden decir estas cosas.
No dimos la vuelta en plena autovía porque en el fondo somos gente muy civilizada pero tomamos el primer desvío y nos subimos a una de las cabinas. Sobrevolar la ciudad, pasar por encima de las atracciones del Tívoli (recordar en voz alta el viaje de fin de curso de octavo de EGB con la visita a este parque de atracciones incluida) y después subir por la ladera de la montaña.
Todo esto mientras escuchamos las explicaciones y nos reímos con nuestra
dislexia con la derecha y la izquierda, esas cosas que tienen gracia sobre todo en vacaciones.
Una vez arriba lo primero es que sí, hace más frío que abajo y lo segundo, es que hay una exhibición de rapaces que no nos queremos perder.
Sentados en las gradas escuchamos las explicaciones que un señor vestido de Indiana Jones nos regala con un marcadísimo acento británico a pesar de llevar no sé cuántos años viviendo en Málaga, según él mismo nos ha confesado en la presentación.
Buitres leonados, cernícalos, un águila incluso y una cabra curiosa (la que está dentro del círculo amarillo en la foto) que viene a hacernos una visita y luego se va con la tranquilidad que da saber que no pensamos hacerle nada que la incomode.
El día ya veis que termina estupendamente aunque no hayamos pisado la playa nadie la ha echado de menos.
Eso sí, ha sido un día que ha tenido de todo, un poco planeado y otro poco improvisado. Más o menos, como la vida misma, no todo se puede planear aunque a veces nos gustaría ¿verdad?