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El Día Internacional de la Familia
¿habíais oído hablar de él? pues yo no y resulta que casualmente fue el pasado
lunes (que en Madrid además fue festivo) y yo pensaba hablar de otra cosa (no
pasa nada, ya os lo contaré otro día
) pero no, un día como este y tal y como
está la actualidad, merece una pequeña reflexión por lo menos.

El Día Internacional de la Familia,
que me diréis que debería protegerse y apoyarse a la familia todos los días del
año y yo sólo podré reconocer que tenéis toda la razón del mundo pero ya que
estamos en la semana del día oficial, aprovechemos para darle una mirada a la
familia, así en general, la que sale en las noticias, ese concepto de familia que
se estira y se flexibiliza aunque a algunas personas les cueste entenderlo.

Desde 1993 que lo decidiera la
Asamblea General de las Naciones Unidas, el 15 de mayo ha pasado a ser una
fecha para reivindicar, para defender y para reconocer la labor que en todo el
mundo hace la unidad familiar, que muchas veces es ninguneada y otras tantas
maltratada.

Este año desde Naciones Unidas quieren
hacer especial hincapié en resaltar la necesidad de que se adopten por parte de
las familias, estilos de vida más sostenibles
, que se defiendan más lo derechos
humanos y la igualdad entre mujeres y hombres, que se potencie la formación
continua para niños y jóvenes y que se respete la diversidad cultural.

No me digáis que no son ambiciosos estos señores de Naciones Unidas, un día al año para reivindicar todo eso ¡casi nada!

Familia sólo hay una

Nada más lejos de la realidad, eso era
antes hace mucho, mucho tiempo. Ahora hay tantas familias como necesidades y
circunstancias personales
y soy de las que pienso que eso es algo bueno, que
nos hace mejores personas a todos. Sí, soy bastante optimista así en general.
Familia es un entorno en el que nos
desarrollamos con una sensación de seguridad entre personas con las que
compartimos tiempo, emociones, opiniones y frustraciones pero formalmente familia
también es un entorno hostil en el que se llega a detener a un menor por
agredir a su madre y a sus hermanos
pequeños de 6, 11 y 14 años de edad en
Murcia hace solo unas semanas.
Es duro pero es así, son relaciones familiares
que por circunstancias que desconocemos generan un entorno violento. Quizás
habría mucho que hacer para apoyar a las familias, mucho más que poner el foco solamente
un día al año.
En las familias es donde se está
viviendo por miles de adolescentes, una soledad peligrosamente buscada. Se
llama “hikikomori” y es un fenómeno que nació en Japón en el año 2000 donde los
afectados se cuentan ya por millones, y se está extendiendo al resto del mundo.
En España lo conocemos como “el
síndrome de la puerta cerrada”
y ya son más de 200 los adolescentes
descubiertos y tratados en nuestro país por esta auto-reclusión, este
aislamiento social voluntario que afecta sobre todo a adolescentes tímidos,
introvertidos y con pocas relaciones de amistad. No, la tecnología en muchos de
estos casos no ayuda a evitar este problema sino más bien todo lo contrario.

Cambiamos los amigos por los likes y a
la familia por los followers y no nos damos cuenta de que podemos llegar a
autodestruirnos por ese camino.

Un peso enorme

Es obvio que el peso de la familia
recae sobre los adultos que la conforman
pero a veces ese peso es excesivo y a
veces, demasiadas, las madres y los padres nos vemos señalados como los únicos
culpables de que nuestra familia se aleje de los parámetros que debe cumplir la
“familia perfecta”.
Podemos leer como la psicóloga y
psicoterapeuta Teresa Rosillo señala en una entrevista que los padres queremos “tener
hijos perfectos pero se olvidan de formarles”
y quizás no es un olvido (o
quizás en algunos casos puede que sí lo sea
) sino falta de tiempo por ambas
partes, falta de espacio para convivir, exceso de presión por parte de un
entorno ya de por sí competitivo y complicado, miedo al futuro que puedan
padecer nuestros hijos sino les preparamos para enfrentarse a ello desde su
infancia. Todo eso no puede ser sólo culpa de los adultos que conforman una
familia, no puede serlo.

Hablar de familia inevitablemente nos
lleva a hablar de conciliación, lo que viene siendo un “concepto unicornio” que
a todos nos gusta pero que realmente no existe.

De vez en cuando surgen noticias que
son como pequeños pasos para darle vida al unicornio de la conciliación, ahora
oímos hablar de la propuesta de la comisaria del Parlamento Europeo, Marianne
Thyssen
, de una baja de cuatro meses de permiso retribuido para cada progenitor
y no transferible, que se pueda coger hasta los 12 años del niño.
Y centramos en esa franja de edad el
tema de la conciliación laboral y familiar de los padres y madres porque como
todo el mundo sabe (y sino, se puede releer lo anteriormente mencionado en este
post
) a partir de los 12 años nuestros hijos no necesitan ni apoyo, ni
educación, ni compartir tiempo con sus padres, ni comprensión, ni cercanía, ni
nada parecido… modo ironía ON (por si acaso no ha quedado lo suficientemente claro).

Sí, soy de las que piensan que para
educar a un niño hace falta una tribu pero no sólo en sus primeros años. La
adolescencia es menos complicada para todos precisamente con el apoyo de esa
tribu y ni la Administración, ni la propia sociedad parece terminar de
comprenderlo.

No se trata de que pasen más horas en
el colegio, se trata de que se apoye a las familias, a las mismas que se nos
dedica un día al año desde la Asamblea General de Naciones Unidas, a esas que
aprendemos sobre la marcha a hacerlo lo mejor que se nos ocurre, a las familias
que sacamos minutos de donde no hay para ver cada día a nuestros hijos, a las
familias a las que se nos habla de conciliación, de lucha y de tiempo de calidad para
consolarnos por el poco tiempo de que disponemos, pero luego se nos culpa de que no educamos, de que no enseñamos
frustración a nuestros hijos, de que no acompañamos, de que no estamos porque
en muchos casos es cierto no estamos pero eso no es porque no queramos estar
sino porque los que nos acusan realmente no nos dejan.
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One thought on “El Día Internacional de la Familia se nos queda corto

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