
Nos gusta viajar es evidente. Descubrir rincones y compartirlos nos encanta y ver como los destruye el fuego, nos rompe el alma. Por eso hoy volvemos a viajar a Galicia para recuperarla, para recordarla y para revivirla juntos.
Porque sólo se puede proteger lo que se conoce, con estas propuestas queremos que conozcáis mejor una de esas zonas de nuestro país que esconden rincones mágicos, cargados de la fuerza de una naturaleza exuberante y descarada.
El verano y el otoño han sido complicados en lo que a noticias relacionadas con incendios se refiere y no ha habido más remedio que volver a tocar el tema en familia.

No es fácil de explicar pero es imprescindible aunque también es cierto que ayuda a concienciar, a recoger las cosas que encontramos aunque no las hayamos tirado nosotros, a prevenir, a avisar por teléfono cuando vemos humo o adivinamos que puede haber un fuego donde no debería haberlo.
Y todo eso es más sencillo porque los recuerdos son razones poderosas, los recuerdos de paseos por zonas protegidas, por bosques, por montes, por playas llenas de vida, como los que descubrimos cada vez que recorremos Galicia.
La historia y la naturaleza

Es que en Galicia forman una pareja prácticamente perfecta.
Como pudimos disfrutar en el paseo por el antiguo cargadero de mineral de las minas de Silvarrosa, al que poco a poco la naturaleza ha ido comiéndole terreno.

Un entorno industrial que ante el abandono de una industria en decadencia se ha convertido en un entorno educativo en el que aprender cómo se hacían las cosas antes en una Galicia que miraba al mar y vivía de la tierra.
Recorrimos el entorno de Estaca de Vares y respiramos con ansia el olor a sal, a mar, a vida e incluso a frío en el rostro aunque fuéramos en pleno mes de agosto. Pero es que la tierra es lo que tiene que huele a vida, huele a verde y eso en Galicia la hace aún más especial.

Claro que hablar de monte, de montaña y de vegetación sin hablar del entorno de San Andrés de Teixido sería una aberración.
Allí pudimos ver sobre el terreno como conviven las formas limpias de conseguir energía con las creencias más antiguas y más arraigadas en una población que sigue rezando a sus santos para que llueva o para que deje de llover, esto último cada vez es menos frecuente porque la sequía también está azotando a Galicia.

San Andrés de Teixidó sigue recibiendo autobuses de peregrinos pero su fama se remonta a la mitología griega así que algo tendrá que tener el entorno para que tantos pueblos hayan reconocido en él una magia especial, un algo que han querido definir como buenamente han podido unos y otros.
Y como muestra un botón, el que regala Mondoñedo y sus alrededores, su plaza, su catedral, sus calles, su plaza, su historia y sobre todo sus gentes.

Ya veis que por nuestra parte hay motivos de sobra para volver siempre a Galicia, para proteger sus montes y sus rincones, su naturaleza y sus bosques, para disfrutar de sus pueblos, sus gentes, su gastronomía y sus fiestas. Nos vemos por allí el verano que viene ¿os apuntáis?
Hace años que visité Galicia y quedé enamorada…ainsss tengo que volver. Fue un viaje de unos 20 días en casas rurales en las que convivía con otras personas. Realmente enriquecedor.
¡¡Qué chulada de viaje!!
De esos que se recuerdan siempre..