
Sedentarismo vs Salud

Que nos movemos entre poco y nada o casi nada es un hecho y ahora, han saltado las alarmas al ver que nuestros adolescentes están siguiendo esa misma mala costumbre.
Deberían realizar una hora diaria de actividad física, entre moderada y vigorosa y según la Organización Mundial de la Salud, los adolescentes no lo están consiguiendo.
Sólo un 14% de las chicas lo consigue frente a un 50% de los chicos, aunque en ambos casos deberían realizar todos esa hora diaria de actividad física por su salud, no por otra cosa.
Los médicos ya han colocado al sedentarismo en el mismo pódium que al tabaquismo en cuanto a enemigos de nuestra salud pero nosotros seguimos sin querer enterarnos.
De hecho desde la Universidad de Sao Paulo en Brasil y después de analizar la mortalidad en 54 países, han llegado a la conclusión de que estar sentado durante 3 horas al día es responsable del 3’8% de las muertes que se producen al año en esos países.
Un cambio de hábitos como usar la bicicleta de forma regular hace que tengamos menos riesgo de enfermedad cardiovascular, nos protege de las enfermedades cardiovasculares.
No hace falta hacer una sesión de mountain bike en la que nos dejemos la vida sino un movimiento continuo y constante que los aleje un rato del sofá, no parece tan difícil.
Comer y beber

Sí porque si nos ha quedado claro a todos que movernos nos movemos muy poco, lo que no podemos perder de vista es que comemos y bebemos como si fuéramos demasiadas veces nuestros peores enemigos.
¿Cuántos adolescentes beben agua habitualmente en una comida con amigos, en una tarde en casa viendo una serie o incluso y lo que es peor, en la cena de cada día? Pocos, muy pocos.
Y por el contrario ¿cuántos adolescentes beben bebidas energéticas que no deberían probar y que cada vez más países vetan a los menores de 18 años? Muchos, demasiados y demasiadas veces.
Sólo en 2013 un 70% de la compra de este tipo de bebidas lo realizaron adolescentes en toda la Unión Europea, algo que como es lógico está preocupando a organizaciones como la Agencia de Seguridad Alimentaria. Lo malo es que parece que les preocupa a un ritmo demasiado lento.
Cada vez hay más investigaciones que demuestran la relación tan estrecha que existe entre las bebidas energéticas con los problemas de salud, con los problemas mentales serios, con alto riesgo de sufrir estrés, problemas de sueño, desarreglos del estado de ánimo o incluso conductas suicidas.
¿Por qué no probamos a que el agua vuelva a tener un papel central en la mesa si es que habíamos dejado que los refrescos la sacaran de allí?
Si nos preocupa, como debería preocuparnos la salud de nuestros hijos su alimentación tendría que ser uno de nuestros caballos de batalla.
Y no hablo precisamente de llenar nuestra cocina de superalimentos que a veces tienen más de moda pasajera y de precio desmesurado que de realidad científica.
No, hablo de sensatez, de combinaciones alimenticias que ya conocían nuestras abuelas y ponían en práctica nuestras madres.
Hablo de sentido común y de llenar la despensa comida real, de pescado azul, de hidratos de carbono, de grasas buenas y no trans que se acumulen en nuestras arterias, de frutos secos, de un poco de chocolate negro si nos apetece darnos un homenaje, pero sobre todo de frutas y verduras de temporada.
Lo mismo no es ni tan complicado ni tan caro, sólo tenemos que empezar a movernos ¿no os parece?