
Para muchas de nosotras las nieves del tiempo se han empeñado en plantear nuestras sienes o lo que es lo mismo peinamos canas, nos hacemos mayores y lo evidente es que hay muchas personas mayores incluso que nosotras que están dando un vuelco a lo que considerábamos «tercera edad». Personas que cambian conceptos, que se hacen mayores y que se siguen sintiendo vivas y de esa realidad vamos a hablar en el post de hoy porque cumplir años es algo bueno, muy bueno.
Y como es un puente por el que nos gustaría pasar a todas hoy os hablo de mayorescencia o traducido algo así como “vieja lo serás tú, querido”.
Porque no es lo mismo, nos hacemos mayores o somos mayores pero no viejos.
Los nuevos mayores ya no encajan en los conceptos que tenemos o teníamos de viejo o anciano por muchos matices. Desde su forma de vestir a su actitud ante la vida o lo que aportan a la sociedad.
Los jubilados actuales cada vez más son activos, cultos, tienen conciencia social, ganas de divertirse y algunos hasta son solidarios.
César por ejemplo es uno de ellos. Tiene 74 años, vive en Pinto y desde hace dos años en su casa convive con dos veinteañeros, uno de Siria y el otro de Senegal.
Cuando el último de sus hijos abandonó el hogar paterno se dio cuenta que le sobraba espacio en casa, dos habitaciones que puso a disposición de la asociación Refugees Welcome y que ahora son para dos refugiados que conviven con César con todo lo que eso conlleva.

No pesan los años
En España la población entre los 60 y los 70 años vuelven a ser los babyboomers y de nuevo vuelven a romper la estructura de la sociedad por edades como se entendía hasta ahora porque no encajan en los conceptos de viejo o anciano.
Su actitud ante la vida, su forma de vestir, lo que aportan a la sociedad en la que viven, todo ello los hace parte activa y quieren ser valorados así.
Muchos cuidan de los nietos mientras los padres trabajan, cubran gastos de los hijos cuando el trabajo no llega para todo (hicieron de colchón en la crisis económica de 2008) y dan su tiempo en labores de voluntariado. Están cambiando el paisaje de las ciudades porque son una generación pionera.
No se ven pasivos ni dependientes, no se plantean pasar el día sentados delante del televisor. En muchos casos su edad cronológica no coincide con su edad social, psicológica y funcional y muchos menos con el concepto que teníamos antes sobre su edad.
Es evidente que no todos envejecemos igual porque no todos vivimos igual pero cada vez es más cierto eso de que los 70 son los nuevos 60.
La sociedad como colectivo tiene un enorme reto que afrontar con sus mayores y está tardando en hacerlo.

Los adultos de entre 25 y 49 años somos el 40% de la población, los de 50 a 74 años son el 28% y los de más de 75 años el 10%. Son cifras que obviamente cambian cada año y sobre todo, crecen hasta el punto de que se calcula que las personas de 50 a 75 años serán en menos de medio siglo más de la mitad de la población.
El 2015 fue el primer año en el que se celebraron más entierros que nacimientos porque somos un país más de abuelos que de nietos, es innegable y la sociedad tiene que afrontar su integración y luchar contra la discriminación por la edad.
Los mayores han cambiado y no van a dejar de hacerlo. Son un colectivo con conciencia social que les anima a juntarse en clubs, en tertulias y a participar en actividades grupales. Salen de casa, quieren disfrutar de la vida y tienen la necesidad de seguir contribuyendo a la sociedad.
Como les pasa a ellas, las “lideresas” de Villaverde un distrito obrero de la ciudad de Madrid. Son un grupo de mujeres mayores a las que adora el tejido asociativo de su distrito porque hacen actividades diversas y han sabido cohesionar a distintos grupos y colectivos sociales para el beneficio común de todo el distrito.
Dan charlas sobre liderazgo de mayores para técnicos, dan talleres en colegios, son mujeres empoderadas que van más allá del rol de cuidadoras que muchas de ellas han ejercido en exclusiva durante toda su vida.

¿Qué pasa con ellas?
Las mujeres de esta generación son las grandes cuidadoras pero además, muchas de ellas han roto la jerarquía más tradicional de la familia, la han democratizado.
Las mujeres solteras mayores de 50 años se han formado como una tribu propia. Se dejan ver, son visibles, apuestan por la liberación femenina y representan un 22% más de población que hace 10 años y es un porcentaje que según señalan los expertos va a seguir creciendo.
Ponen el foco sobre sí mismas, renuevan su formación, se reinventan, mejoran su alimentación, organizan su agenda profesional y de ocio, ganan visibilidad pública y social aunque lamentablemente no consiguen librarse de los estereotipos machistas.
Como les pasaba a numerosas pintoras y artistas que ahora están siendo rescatadas por museos de todo el mundo tratando de corregir precisamente ese machismo injustificable.
Mujeres que ahora cuando han pasado los 70 años ven como se venden sus obras y no cuando las pintaban porque entonces las tapaban por completo las figuras masculinas dentro del mundo del arte.

Vivir más y vivir mejor
Los nuevos mayores ya saben que es mejor prevenir la enfermedad que curarla y que controlar la salud más básica, el día a día, influye en una mejor y mayor calidad de vida.
Cuidan su cuerpo, hacen algo de ejercicio no sólo por los beneficios físicos sino también por los psicológicos, no quieren ser dependientes de nadie. Cuidan su alimentación y su dieta pero además muchos de ellos saben que comer menos aumenta la longevidad y la calidad de vida así que comen mejor pero en cantidades moderadas.
Mantienen la cabeza más activa, son un colectivo de consumidores cada vez más informado, mantienen la curiosidad por la cosas y muchos de ellos siguen el ritmo de los tiempos trasteando con el móvil o el ordenador.
Buscan un ocio más activo y dedican parte de su dinero a productos y servicios para estar fuera de casa, la soledad es algo negativo y fomentan su vida social.
Y sobre todo tienen una actitud positiva frente al envejecimiento.
Los ejemplos en las series
Muchas veces hemos escuchado, sobre todo a actrices, denunciar que no hay papeles para personas a partir de una edad.
Sin embargo lo que también es cierto es que empezamos a ver más series y películas en las que los protagonistas han cumplido de sobra los cuarenta, los cincuenta e incluso los sesenta años.
Una de esas series que demuestran que la población mayor tiene mucho que decir incluso en la comedia es “Frankie y Grace”, de la que os hablaba con todo detalle en este post de Mujeres y Madres Magacine y que podéis disfrutar en Netflix.
Si no habéis visto aún la serie, merece mucho la pena que lo hagáis por muchos motivos. Lo que se cuenta, cómo se cuenta y cómo muestran la capacidad de supervivencia de las personas más allá de la edad que se tenga y a partir de las circunstancias de cada vida que a veces cambian por sorpresa y nos obligan a modificar nuestros pasos.
Otra de esas series muy recomendables es “El método Kominsky” de la que aún no os he hablado porque se ha estrenado hace sólo unos meses, también en Netflix.
Sí, es también una comedia pero como en el caso anterior no es sólo eso. Pasa del drama a la comedia de puntillas, como la vida misma.
Michael Douglas ha ganado el Globo de Oro al mejor actor de serie de comedia por su papel en “El método Kominsky” donde da vida precisamente al protagonista, Sandy Kominsky.
Muestra en pantalla unos vitales 74 años de edad y junto a Alan Arkin forman una pareja entrañable de amigos que quieren vivir sus vidas más allá de unos límites marcados por la sociedad que ni entienden ni comparten.
Chuck Lorre es el creador de la historia de la serie como también lo es de otras series muy celebradas y de grandísimo éxito internacional (The Big Band Theory, Two and a half men,…) y es el responsable de unos guiones y unos diálogos que pasan del drama a la comedia con mucha elegancia.
Lorre que tiene 66 años la define como una carta de amor a la amistad y es cierto, lo es. Porque la amistad no sabe de edades sino de recuerdos, de compañía, de sentido del humor y de comprensión en muchas ocasiones ¿no os parece?