
Llegó el momento de dejar de señalar el problema porque algunos se quedan mirando el dedo mientras disimulan, ha llegado el momento de actuar. Ponernos manos a la obra y salvar el planeta.
No es tan difícil, no es tan caro, no es tan costoso, sólo hay que ponerle voluntad, ganas, un poco de sentido común y otro poco de empatía, nada más, es el cóctel perfecto para salvar el planeta entre todos ¿os atrevéis o vais a ser vosotros los que se queden mirando el dedo?
Va a ser nuestro primer propósito del año porque sin duda es el más importante, nos va la vida en ello ¡casi nada!
Jadav es un ejemplo de lo que una sola persona en el mundo puede llegar a conseguir.
Jadav Payeng quería salvar su isla de la desertización y se le ocurrió que cada día iba a plantar un árbol o algunas semillas. Lleva haciéndolo desde 1979 y donde había peligro de desertización ahora hay un oasis, donde había un futuro incierto para todos ahora hay flora y fauna, ahora hay vida.
Según cuenta el propio Jadav en el documental el principio fue duro, nadie dijo que fuera fácil esto de salvar el planeta sin embargo pasado un tiempo la propia naturaleza iba haciendo el trabajo, se iba regenerando casi ella misma con las semillas que se llevaba el viento.
Un solo hombre, una sola persona un solo objetivo: salvar su isla o lo que es lo mismo, salvar el planeta.
¿No crees que podríamos empezar por aquí?
Piensa en verde
Evitar la desertización y al mismo tiempo absorber las emisiones anuales de los gases de millones de coches en todo el mundo.
Según The Nature Conservancy, organización norteamericana, sólo en Estados Unidos se podrían reducir en un 21% las emisiones de gases de efecto invernadero con la reforestación de los bosques y el mejor uso de las tierras de cultivo que ya existen.

La pena es que en Estados Unidos entre los que le han votado y los que se han abstenido tienen un presidente de su gobierno que niega que exista el cambio climático y el calentamiento global.
Además, no hay que despreciar lo que supone la llamada reforestación urbana que puede añadir importantes beneficios a la calidad de vida de las ciudades y de sus habitantes.
Vivir en una ciudad con árboles es más sano, más cómodo y más agradable que en una ciudad árida y gris.
Vivir en una ciudad con árboles es vivir en una ciudad con pájaros pequeños que se comen los insectos y esparcen las semillas, es fácil, es económico y además es entretenido convertirnos en “pajareros” y construir un comedero para pájaros siguiendo las indicaciones de la Sociedad Española de Ornitología.
Creamos un comedero urbano para pequeños pájaros con el que naturalizar un poco más nuestras ciudades. Podemos hacerlo con los niños, en casa o incluso como actividad en el colegio y después colocarlo en el árbol que nos parezca más apropiado. Todo son ventajas.

Si Jadav ha conseguido hacerlo en su isla ¿os imagináis lo que seremos capaces de conseguir miles de personas en todo el planeta? Y lo mejor de todo el efecto de contagio que acciones como estas tienen sobre el resto de la población.
Por un lado reforestamos, eso ha quedado claro y por el otro implementamos energías limpias en los edificios y en los transportes urbanos. Dos vías para salvar el planeta que están al alcance de nuestras manos.
Llenos de energía limpia
De la reforestación urbana a la implementación de la energía fotovoltaica en los tejados, dos acciones que podemos plantearnos realizar a medio y largo plazo, que no son excluyentes y que sin ninguna duda nos generarán una mayor calidad de vida a nosotros y a nuestros hijos.
Las Oleadas Solares cada vez tienen más interés entre la población, se trata de una iniciativa diseñada y promovida por Ecooo por la que si tienes un tejado propio puedes convertirte en productor de energía limpia.

Y no sólo eso, a nivel estatal hay muchos ejemplos a seguir para que las energías limpias sean las mayoritarias en nuestras economías.
En Japón por ejemplo están reconvirtiendo los campos de golf que quedaron abandonados después del boom de los años 80’ en plantas de energía solar.
Desde el desastre de la central nuclear de Fukushima en 2011, Japón tiene la intención de doblar la energía limpia que produce para el próximo 2030 una propuesta valiente aunque complicada que demuestra que han aprendido sobre los peligros que supone la producción de energía nuclear en su país.
Consumo energético desmedido, superpoblación mundial, al final algo tan simple como educar a la población se puede considerar como una medida eficiente e inteligente para proteger el medio ambiente, para salvar el planeta.
Teniendo en cuenta que la mitad de la población somos mujeres y niñas, hay que empezar por aquí quizás.
Para Naciones Unidas la educación de las niñas es la inversión más efectiva y menos costosa que se puede plantear cualquier gobierno.
La educación ayudaría a reducir las elevadas tasas de crecimiento de algunos países.

En el continente africano por ejemplo, una educación para la población femenina podría resultar en reducir la población mundial en 1.800 millones menos de personas para 2050 porque hoy por hoy, la mujer en muchos países no tiene ningún poder para decidir cuantos niños quiere tener, cuantos niños puede alimentar y criar, a cuantos niños puede cuidar y darles calidad de vida.
Muchas vertientes de un mismo problema: la devastación del planeta, lo bueno es que se pueden trabajar todas al mismo tiempo, no son excluyentes; lo malo es que se deben trabajar todas al mismo tiempo y parece que no todos los gobiernos tienen voluntad para ello. Quizás habría que obligarles a salvar el planeta cuanto antes.