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Hoy una historia me ha llevado a otra y me ha reafirmado en dos ideas: en lo importante que es la educación y en cómo nos influye, nos afecta y nos condiciona tener o no acceso a ella cuando somos mujeres. Educar a las niñas debería ser una prioridad de cualquier sociedad.

Soy de planificar muy mínimamente los contenidos del blog, lo reconozco, me cunde más, me surgen más ideas.

Es como que mi cabeza se organiza mejor pero eso no quita para que disfrute como una enana cuando la actualidad me trastabilla los planes y me empuja en mayor o menor medida a hacer alguna variante sobre lo que yo había pensado escribir. Como me ha pasado justo al ponerme a escribir este post.

La actualidad me ha hecho fijarme un poco más en unas realidades que al no ser las mías, las propias, quizás a veces me cuesta más verlas, a mí y tal vez a vosotros también.

Educar en igualdad

La primera reflexión me vino de la mano de una historia muy de serie norteamericana, una noticia que leí en verano y que guardé para releerla con más tranquilidad a pesar de su brevedad.

Una historia como otra cualquiera en Norteamérica, un hombre detenido por robo, huida y resistencia a la autoridad es llevado ante un juez para ser juzgado. Es jueza en este caso y en un momento del juicio ella le reconoce como compañero de colegio, y se lo dice a la sala e incluso a él mismo, le recuerda como un niño amable con el que jugaba al fútbol. Él rompe a llorar. Él es condenado. Y ella le desea suerte para volver a tener una vida dentro de la ley.

No sabemos nada más de las circunstancias personales de cada uno, de cómo y por dónde les ha llevado la vida a cada uno de ellos, lo que vi en ese momento es que ambos tuvieron aparentemente las mismas posibilidades educativas al ir ambos al mismo colegio. 

De un punto de partida parecido, los dos llevan recorridos antagónicos. No me paro a juzgar a uno o a otra, me quedo con la idea de que la escuela es igual para ambos, de que la educación puede ser igual de constructiva a priori para cualquier alumno, de que lo que cada uno vaya aportando a esa educación, como su propio esfuerza, su tenacidad, su arrojo, sus ganas de conseguirlo, puede que sea lo que le lleve por un camino o por otro.

No sé exactamente cuántos jueces son mujer en Estados Unidos, supongo que poco a poco cada vez más mujeres desempeñan este trabajo.

Educar para vivir

Lo que sí tengo bastante claro es que pocas, muy pocas mujeres son maestras en Benghazi, Libia y sólo una es la que sigue dando clase a sus alumnos en el que se ha bautizado como “el colegio más peligroso del mundo” fundamentalmente peligroso para ella y después para sus alumnos, por supuesto.

En un país sin gobierno desde hace años y olvidado aparentemente por la comunidad internacional, esta profesora y directora del centro reconoce que siente miedo pero está claro que es más fuerte su sentimiento de deuda con unos niños a los que un conflicto bélico con muchos actores, les está robando su infancia.

Es un ejemplo más de como una persona, en este caso una mujer se enfrenta a unas circunstancias tremendamente adversas día a día, podría haber hecho como sus compañeros y nadie se lo habría recriminado pero prefirió seguir con su labor, con su tarea, con su vida.

Tomar ella el control de sus decisiones y convivir con su miedo, con el de los padres de sus alumnos y con el de los niños que acuden al colegio a que ella y solo ella les siga enseñando cada día con sus lecciones y con su tremendo ejemplo.

Educar a las niñas

Y del otro lado, las alumnas de los centros educativos de muchas partes del globo no siempre se sienten con los mismos derechos o tienen la sensación de tener las mismas opciones que sus compañeros varones. Los gobiernos no siempre se plantean que es justo educar a las niñas como se educa también a los niños.  

Muchas de ellas, por ejemplo cuando son niñas tienen claro que quieren ser científicas pero después, al crecer, las circunstancias, los prejuicios, la falta de facilidades, las trabas reales o no, las llevan por otros caminos.  

¿Por qué? ¿Porqué nos empeñamos en no educar a las niñas igual que a los niños? ¿Porqué no educamos en una igualdad real ni dentro ni fuera del aula?

Ante ese hecho, en Ciudad del Cabo a través de una organización de crecimiento económico de Johanesburgo han puesto en marcha un programa pionero con el que están formando a las científicas del futuro sí, en femenino.  

Acercan a las mujeres a la ciencia y además forman a los cerebros que generarán el desarrollo económico en su país en los próximos años.

Como muestra un botón: son las chicas de un instituto de la ciudad las que están colaborando nada menos que en un proyecto espacial, algo que no habían llegado a imaginar ni en el mejor de sus sueños.

Ya lo veis, a veces la actualidad hay que verla en positivo y con ojos de mujer porque si no caemos en el error y en la costumbre de dejar que ellas pasen de largo de sus propias vidas.

Gestos como estos relacionados con la igualdad, relacionados con la educación y las oportunidades, relacionados con la necesidad de educar a las niñas con las mismas posibilidades que a los niños, son los llamados a cambiar el mundo y yo soy de esas que no se lo quiere perder ¿y vosotros?¿y vosotras?

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6 thoughts on “Educación: Cuando la Protagonista es una Mujer, una Hija, una Niña

  1. Cuando las mujeres tienen acceso a la educación y los mismos derechos que los hombres, suelen educar a los hijos mejor, sus hijos varones son menos machistas, mejores estudiantes y a sus hijas las animarán también a tener una carrera propia e independencia económica, lo que lleva al éxito de la ciudadanía en general.
    Ahora el problema es en países en los que la religión impide esa igualdad, los hombres consideran a las mujeres como "seres impuros"(textual) las madres no tienen suficiente cultura para ayudar a sus hijos con las tareas del colegio(si es que saben leer)y sus hijas llevan el mismo camino llevando a una situación de violencia sexista y pobreza endémica.

    1. Estoy de acuerdo en que ese problema que mencionas es obviamente el más visible y cruel y hay que atajarlo mediante la educación para que esa injusticia desaparezca cuanto antes mejor. Pero el sistema capitalista que no religioso, también trata de perpetuar una diferencia de la mujer con el varón que realmente no existe precisamente para la propia vigencia del sistema y ejemplos que lo demuestran hay innumerables.
      Hay que hacer mucho y me encanta que lo tengamos tan claro tantas personas, hombres y mujeres.

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