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No es una mezcla frecuente pero unir cine y medio ambiente puede ser un coctel genial para una tarde en familia y Mia y el león blanco consiguen hacerlo con mucha soltura.

Se estrena este próximo viernes y después de haberla visto con mis chicos hoy toca contarte más historias de esta película francesa que une a las claras cine y medio ambiente, adolescencia y amistad, entrenamiento y concienciación, pasar un buen rato y plantear un tema cada vez más preocupante para todos.

Mia y el león blanco es una película francesa que ya se ha estrenado en distintos países europeos y a la vista de las cifras de taquilla ha tenido una muy buena acogida por el público.

En Francia ha superado ya los 1’4 millones de espectadores. En Italia llegó a los 5’6 millones de euros de recaudación y en Alemania, Bélgica y Suiza las cifras son muy semejantes.

A nuestro país llega este próximo viernes y espero que sean muchas las familias que vayan al cine a conocer a Mía y a Charlie y por favor, quédense hasta el final y lean los mensajes que han escrito desde la producción de la película para todos ustedes. Es importante y eso también es educación.

Cine y medio ambiente

Quizás sea eso, esa unión que plantea la película de una forma muy evidente entre cine y medio ambiente.

Una idea que parece que ha encontrado por fin la atención y la preocupación que merece entre los más jóvenes de las sociedades occidentales a la vista de los Viernes por el Clima que vienen celebrándose desde hace unos meses.

Mía tiene 11 años cuando comienza una relación de amistad con Charlie, un cachorro de león blanco que ha nacido en la granja de leones que tienen sus padres en Sudáfrica.

Es una película familiar dirigida a niños a partir de los ocho o nueve años de edad pero también engancha a niños algo más mayores se encuentran un poco a sí mismos en la rebeldía de la protagonista.

La historia no es cien por cien ficción, está inspirada en un documental que el propio director grabó hace algún tiempo para una cadena de televisión francesa casi lo más increíble es conseguir rodar la película a lo largo de tres años, cronológicamente, para poder ver cómo crecían la niña y su amigo el león.

Mía y Charlie

Uno de los grandes retos a los que se enfrentaba Gilles de Maistre, director de Mía y el león blanco, era precisamente encontrar a Mía porque no sólo se trataba de localizar al niño o la niña adecuada, había que encontrar también a unos padres que confiaran en la producción de la película para poder rodar durante tres años esta historia.

Más de trescientos niños sudafricanos probaron a convertirse en el personaje principal humano de esta película en la que se une cine y medio ambiente.

Un sutil y espontáneo gesto dejó claro que Mía tenía que ser Daniah. Ella fue la única niña de todos que no acarició al cachorro de león con las manos sino con su cabeza cuando Kevin Richardson se lo presentó.

De hecho fue él quien se dio cuenta del gesto y de que eso la convertía en la actriz perfecta para el papel.

Kevin Richardson es también conocido como «el que susurra a los leones» y fue el encargado de supervisar todo el proceso de producción y todas las interacciones de los leones y los niños para garantizar que fueran seguras para todos. Sólo se autorizó a tres personas a interactuar con los leones con el fin de garantizar esa seguridad.

Además, durante la producción de Mía y el león blanco se crió una manada de leones, entre ellos estaba Thor el león que encarna a Charlie. Ahora no es un cachorrito, sino un león adulto que pesa más de 250 kilos y que sigue manteniendo una estrecha relación con Daniah que le sigue visitando en la reserva de Kevin Richardson donde vive.

Cambiar el mundo

Mía le demuestra a sus padres que sí podemos cambiar el mundo, que lo que está en nuestra mano es lo que estamos obligados a hacer para conseguirlo.

Su madre es la actriz francesa Mélanie Laurent, quizás el rostro más conocido de toda la película ya que hemos podido verla a las órdenes de Quentin Tarantino o en blockbusters como «Ahora me ves» de Louis Leterrier.

Mía y el león blanco es una road movie, una película que cuenta la historia de una familia, de unos hijos, de unos padres, de unos cambios y de un planeta, de como miramos para otro lado para engañarnos a nosotros mismos sobre lo que está mal y lo que está bien.

Mezclar cine y medio ambiente es algo bueno, es algo que nos puede empujar a actuar, es algo que puede concienciar mucho más a los adultos que vayan al cine con los más pequeños. Una película muy recomendable para disfrutarla, para reflexionar y para pasar a la acción.

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