
Sí, hoy toca viajar y ya puestos, también reflexionar sobre el turista y el viajero ¿vosotros qué os consideráis cuando viajáis? No sé, yo tengo una teoría y creo que no son lo mismo así que hoy me propongo a contaros por qué.
Antes de ponernos con las maletas, las cremas solares y los pareos o las botas de montaña, antes de buscar información sobre los sitios que queremos visitar, antes de todo esto deberíamos pensar algo.
¿Por qué nos estamos convirtiendo en una especie de esquilma sin ningún pudor el lugar de destino? Cada vez somos más turistas y menos viajes.
El turista y el viajero, dos mundos distintos
Cada vez somos más «turistas devastadores» porque hemos planteado el hecho de viajar como un objeto de consumo más, mientras dure porque tiene pinta de que esto va a durar muy poco al ritmo que llevamos gracias a nuestro egoísmo y nuestra inconsciencia.
Es una tema que debería preocuparnos y del que deberíamos ocuparnos pero ni una cosa ni otra. No nos preocupa y sobre todo no nos ocupa ni un minuto de nuestro día a día.
Hace ya tiempo hablaba de ello en el blog, de ese turismo que invade, que arrasa, que modifica el terreno al que se desplaza, que elimina costumbres y culturas imponiendo la suya. Hace ya tiempo que me gusta viajar pero me repele hacer turismo y hoy con más motivo aún, si cabe.

Estamos en la era del “no importa dónde estoy lo importante es contar dónde fui”. Vivir el momento está en un segundo plano, lo importante es la instantánea, el selfie para poder contarlo porque es ahí donde parece que disfrutamos, contando nuestras aventuras, nuestros viajes,
nuestras hazañas ¡¡qué importa si en el camino se mata a una cría de delfín!!
No, no me lo invento. Hay gente tan descerebrada que mata y muere por un selfie y lo de la cría de delfín no fue hace mucho, menos de cuatro meses. Poco importa si la cría de delfín, un bebé en el momento de su muerte, pertenecía a una especie en serio peligro de extinción de la que sólo quedan 30.000 ejemplares en el planeta.
La estupidez humana está por encima de esos pequeños detalles y donde esté la necesidad de mostrar y demostrar que se ha estado allí, cuando se vuelve a su lugar de origen, que se quite el respeto a cualquier ser vivo que se cruce en nuestro camino.
O sino por buenismo mal entendido como muestra esta otra noticia y no penséis que estas cosas ya no las hace el ser humano porque vayamos aprendiendo de nuestros propios errores ¡nada más lejos de
la realidad!

El buenismo mal entendido de esa pareja que vió “perdida” a una cría de bisonte en el parque de Yellowstone ydecidieron que tenía frío así que la solución fue meterla en su furgoneta con lo que al devolverla a la manada su madre la repudió, por el olor que había adquirido de los estúpidos humanos y a la cría hubo que sacrificarla, por decisión de los responsables del parque
¿Una cría de bisonte con frío y perdida en su hábitat natural? Somos tan prepotentes que tendemos a pensar sólo con nuestra lógica, humanizando la naturaleza con nuestras supuestas necesidades.
Perdidos estamos nosotros en un entorno como este, una cría de bisonte está perdida en un centro comercial pero no en el bosque. La estupidez humana es infinita, como más o menos decía Einstein hace ya muchísimos años.
Tan infinita llega a ser la estupidez humana como para que las autoridades de un país se vean obligadas a tomar la decisión de cerrar nada menos que una isla al depredador turista, una especie que lamentablemente ya vemos que no es que esté en peligro de extinción sino todo lo contrario.

El turismo para muchos países es su única o principal fuente de ingresos y cuando el gobierno de ese país se ve obligado a decidir prohibir el acceso a los turistas, asume que va a perder un importante monto económico que podría destinar a escuelas, a carreteras, a hospitales,… a las necesidades de su población.
Hace sólo unos años las autoridades turísticas tailandesas se vieron obligadas a cerrar la isla de Koh Tachai al turismo por los tremendos daños ambientales que este ha provocado a la isla y al parque nacional de Similian, situado en ella.
Sí, me diréis que no todos los turistas son o somos iguales y tendréis razón, mucha razón pero aquí como siempre vuelven a pagar justos por pecadores o sea respetuosos por depredadores, sensibles por materialistas, educados por acaparadores, generosos por egoístas.
Habría que distinguir entre el turista y el viajero porque cada vez estoy más convencida de que no es lo mismo, no son lo mismo ni somos lo mismo
El turista es el que quiere vivir el viaje sin pensar en el trayecto, sólo midiendo lo que le va a aportar el destino cuando vuelva al sofá de su casa.
El turista exhibe lo que ha visto, no lo comparte, no lo disfruta sólo lo muestra como si fuera un trofeo, no ha generado recuerdos en torno a lo que ha vivido porque en el fondo tampoco lo ha vivido.

El viajero empieza el viaje desde que lo imagina, lo planifica, lo organiza, lo diseña, desde que cierra la puerta de su casa con la maleta a la espalda, desde que lee guías del lugar e incluso del trayecto.
El viajero quiere conocer a la gente y a los animales, con la que se va encontrando, quiere aprender de ellos no decidir por ellos, quiere ayudarles si le es posible y quiere ser lo suficientemente inteligente y generoso como para saber cuándo le están ayudando a él y poder
agradecer esa ayuda.
Entre el turista y el viajero imaginad con cual preferiría que aprendieran mis hijos, deducción sencilla ¿verdad?
[…] de personas practicando senderismo en nuestro país a lo largo del año. Hablamos de que el turismo y el entorno rural se reactiva y que se mueve mucho dinero y mucha gente a lo largo de todo el año y no sólo en una […]
Me llegas al alma, porque como agente de turismo lo que tengo que ver a veces.
Clientes maleducados, que quieren que todo sea como en su casa, que lo dejan todo sucio(no te pongo detalles pero de tirar las sábanas a la basura) que estropean el lugar donde van, encima, por política aquí a Croacia vienen Bosnios que lo dejan todo perdido, total, es otro país y nos llevamos mal, increíble!
Yo sin embargo, me considero viajera. He tenido la suerte de residir en otros países, a veces con costumbres muy diferentes y aprendes a amar el lugar dónde vives y a protegerlo. Es diferente, ahora mismo me volvería a la Patagonia, con sus lagos y sus valles tan diferentes a la contaminada Europa que te hacen preguntar si el mundo fué todo así de hermoso y lleno de vida alguna vez.
La carencia de educación cuando se viaja es triste, muy triste, es verdad.
Lo que conoces es lo que defiendes y proteges, si haces turismo destructivo realmente al final no conoces nada..
Gracias por la reflexión!! 🙂