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Las alarmas no dejan de sonar, tenemos plástico donde no debería haber y parece que nos hemos empeñado en seguir forrados de plástico.

Nosotros, nuestro entorno, el planeta en general ¿hasta cuándo?¿cuándo decidiremos parar?¿qué cifra será la que nos haga despertar por fin?

Da igual hacia donde miremos, los plásticos nos invaden y nos asfixian gracias a nuestra ceguera, comodidad e irresponsabilidad a lo largo de los años.

No es fácil escapar del plástico que consumimos sin control y sin reparo desde los años 50′.

Cada año tiramos 8 millones de toneladas de plástico a los océanos y esos plásticos terminan en los estómagos de todos los animales que viven en ese entorno.

Y no sólo, porque esos plásticos se van haciendo cada vez más pequeños mediante la erosión hasta convertirse en microplásticos que en un giro del destino terminan también en nuestro estómago.

Una persona está ingiriendo en torno a los 5 gramos de plástico cada semana, nos estamos zampando una tarjeta de esas que llevamos en la cartera cada semana.

Nos estamos tragando más de 2000 pequeñas piezas de plástico cada semana, un cuarto de kilo al año del mismo plástico que ahoga a los peces y tortura a las aves hasta la muerte de todos ellos.

Plástico donde no debería: en el estómago

Las aves marinas por ejemplo si ingieren una sola pieza de plástico tienen ya un 20% más de probabilidades de morir y no, cuando los científicos hacen las biopsias de muchas de estas aves no encuentran sólo una pieza de plástico entre sus vísceras.

Las posibilidades de morir suben al 50% con nueve pedazos de plástico ingeridos y la muerte es segura si tiene la mala suerte de comerse 93 trozos. Bueno pues cada vez son más las aves que tienen esa mala suerte y la culpa es sólo nuestra.

Los restos de globos son los desechos plásticos que más aves asesinan a diario porque los plásticos blandos como los de los globos suponen el 5% de los plásticos ingeridos pero tienen la culpa de la muerte de más del 40% de las aves, son letales para ellas.

En 2050 habrá más plástico en los mares y océanos que peces y nos quedamos tan tranquilos seguimos consumiendo plásticos y dejando esos plásticos donde no deberían haber llegado nunca.

Dejemos de comprar plástico

En todo el mundo compramos un millón de botellas de plástico cada minuto. Si hacéis multiplicaciones os vais a sentir muy mal cuando compréis vosotros una y eso ya será todo un triunfo.

La mayoría de esos envases son muy reciclables, se hacen con PET pero es que a la industria no le interesa el reciclaje porque estéticamente es menos atractiva una botella reciclada que una botella fabricada con PET por primera vez.

Prima la estética sobre la salud como en tantas otras áreas, lo mismo tendríamos que pararnos a pensar qué estamos haciendo y haciéndonos porque el PET de estas botellas tarda en torno a los 40 años en descomponerse de forma natural en el medio ambiente.

Pero claro, a la velocidad que lo consumimos y lo abandonamos, el medio ambiente no puede eliminarlo sin perecer en el intento.

Lo estamos consiguiendo, nos estamos cargando la vida en el planeta tal y como la conocemos. Nuestra propia existencia estamos poniendo en peligro sin despeinarnos ¡somos penosos!

No vemos la urgencia y las medidas más ambiciosas se plantean con suerte para el 2020 como ha hecho Francia.

El gobierno francés ha prohibido la venta y la distribución gratuita de vajillas desechables fabricadas con plásticos, eso sí, de forma gradual no vaya a ser que la industria se enfade por falta de tiempo para preparar el cambio.

No es que se vaya a dejar de producir vajillas plásticas, no nos hagamos ilusiones.

A partir del 1 de Enero de 2020 sólo se permitirán vajillas que sean 50% plásticos y 50% de materiales biológicos o compostables y 5 años después será una proporción 50/60 a favor de estos materiales.

¡Y estas son las medidas más valientes y ambiciosas para tratar de evitar que siga habiendo plástico donde no debería! No nos lo estamos tomando en serio, es evidente.

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