
¿Móviles y niños?¿Pueden convivir juntos? La eterna pregunta que nos hacemos los padres y las madres al menos una o dos veces al día a partir de que nuestros hijos empiezan a planteárnoslo y por lo que dicen las estadísticas, cada vez nos lo plantean antes.
Cuál es la edad, cuándo pueden empezar a usar un smartphone nuestros hijos, cuántas veces le damos vueltas a este asunto, por qué nos preocupa tanto la relación de nuestros hijos con la tecnología. No lo sé, pero es cierto, es un tema del que deberíamos ocuparnos más y no sólo preocuparnos: ¿móviles y niños pueden o deben convivir?
El uso del móvil es cada vez más precoz, eso es innegable. La mitad de los niños de nuestro país con sólo 11 años llevan un móvil en el bolsillo y si hablamos de los que han cumplido 15, estamos hablando del 96% de ellos. La inmensa y apabullante mayoría.
La penetración del uso del móvil entre la población infantil no ha dejado de crecer en los últimos tres años pero ¿es bueno?¿es sano?¿es oportuno?
Móviles y niños
España es uno de los países de la Unión Europea en el que los móviles y los niños conviven mucho antes, en el que los menores tienen un móvil entre las manos a edades muy, muy tempranas.

Estamos muy por encima de países como Alemania, Reino Unido, Italia o Francia. No tengo nada claro que sea algo de lo que tengamos que estar orgullosos, si os soy sincera.
Son muy pequeños para tener móvil y sin embargo es el regalo más demandado en cumpleaños, primeras comuniones o fiestas navideñas. ¿Por qué?
A ver que todos hemos sido niños y todos hemos pedido regalos que no nos correspondían por edad pero ahí estaban la mayoría de los padres para decirnos que no, que ya creceríamos, que éramos demasiado pequeños para eso.
Y todos también hemos usado eso que ahora ellos usan actualizándolo: «¡es que todos tienen móvil menos yo!» o sino tirábamos de nombres concretos «¡Mamá que hasta menganito tiene móvil!».

A nosotros, a mi en concreto, la verdad es que no me funcionaba demasiado pero parece que ahora sí les funciona a nuestros hijos.
Dicen que los jóvenes son lo que la generación anterior ha hecho de ellos, podemos pararnos a pensar qué estamos haciendo con la generación de adolescentes demasiado jóvenes o niños aún, que ya campan a sus anchas con un smartphone en las manos.
Niños que crecen
¿Qué pasa ahora? Puede ser que como dicen algunos psicólogos los padres y las madres estemos haciendo «dejación de funciones», hemos decidido que de esto ellos saben más que nosotros y no nos tomamos en serio el tema, no todo lo en serio que deberíamos y dejamos que móviles y niños convivan juntos demasiado pronto quizás.
Según la Fundación ANAR el ciberbullying está aumentando entre nuestros niños y su incidencia en mayores de 13 años ya es del 36% de todos los casos de acoso escolare que se producen.
A ver si va a estar relacionada la inmadurez del niño y la dejación de los padres con un mal uso de la tecnología que pone en su mano un smartphone.

Todos los expertos, psicólogos y sociólogos, coinciden en señalar que la generación de jóvenes y preadolescentes actuales están excesivamente centrados en lo suyo. Lo primero soy yo y lo segundo, también soy yo.
Ya se les define por la generación selfie, como señala en su libro Juan María González-Anleo «el selfie es mucho más que una moda pasajera» es una actitud ante la vida, una actitud que nosotros, sus padres, sus madres, los adultos, les estamos permitiendo desarrollar hasta el infinito.
Y el grado máximo de mostrarse, de exhibir lo que hacen y lo que dicen lo asumen cuando se exponen en YouTube algo que cada vez sucede con más frecuencia entre nuestros niños y algo que les llega a obsesionar más de lo que son conscientes porque no dejan de ser niños.
Lo llaman la cultura de la atención, de llamar la atención, de recibir atención, de sentirse el centro de atención. Morir por un like es algo que salta con cierta frecuencia a los titulares de los periódicos.

¿Y cómo conseguir los likes? Mostrando más, insultando más, atrayendo más como sea. Equiparar éxito a visibilidad, como oíamos hace unos meses: hay demasiados influencers y muy pocos referentes y es verdad pero en parte quizás sea también responsabilidad nuestra.
No es todo tan malo ni todo tan oscuro. Os dejo el enlace a un original artículo planteado como una conversación entre un padre y su hija adolescente cuando ella le plantea que quiere abrirse un canal de YouTube.
Que las tecnologías en sí no son malas es evidente, ni buenas. Son como queramos que sean y si permitimos que móviles y niños convivan sin explicarles nada, sin compartir con ellos lo bueno que tienen y sin enseñarles a filtrar lo malo, es como si les dejáramos jugar con un revolver cargado aunque no nos lo parezca.