
El primer viernes del mes de octubre es el día internacional de la sonrisas desde 1.999 y como es una reivindicación que me gusta hoy hablamos en el blog de sonrisas, de una sonrisa, de nuestras sonrisas que son pocas las veces en las que el «día internacional» tiene una finalidad tan sencilla y tan positiva.
Hablamos de sonrisas, de las propias y las ajenas ¿qué tiene una sonrisa que nos anima el día cuando nos la encontramos por sorpresa al mirar a otra cara?
Es uno de los gestos humanos más contagiosos que existen y ya si la sonrisa la ves en el gesto de un niño, es aún más contagiosa, imposible resistirse pero es que es muy extraño que te cruces con alguien que te sonríe y no devuelvas la sonrisa.
Y sin embargo, no es que sonríamos demasiado. Vamos tan metidos en pensamientos grises que no nos damos cuenta de que sonreír da unas pinceladas de color a nuestro alrededor de esas que nos alegran el día.
Una sonrisa en los labios

Desde 1999 se celebra cada primer viernes de octubre el día internacional de la sonrisa.
La idea, como era de esperar, surgió del creador de una de las sonrisas más mundialmente conocidas, Harvey, el creador de la Smiley Face quien antes de fallecer creo la fundación de la sonrisa, la Harvey Ball World Smile Foundation.
La sonrisa tiene mucho de sentimiento, de respuesta a una sensación pero también tiene un punto material quizás menos poético pero igual de necesario.
Una correcta higiene bucal es imprescindible para lucir una sonrisa sana, como lo de mantener una dieta equilibrada y saludable.
Las visitas al dentistas son necesarias y no sólo cuando hay algún problema sino para prevenirlos.

Y no nos olvidemos que no todas las sonrisas se traducen en un sentimiento de felicidad.
Es verdad que las personas que sonríen con más frecuencia nos resultan más simpáticas, más accesibles y amistosas pero no todas las sonrisas significan lo mismo.
En la Universidad Estatal de Michigan pusieron en marcha un estudio que analizaba el impacto de la sonrisa falsa de los demás en nuestro estado de ánimo. Sí también hay sonrisas que son disfraces realmente.
Llegaron a la conclusión que cuanto más fingían las sonrisas los sujetos participantes, peor era su estado de ánimo al llegar a casa. Parece que en el fondo no nos gusta escondernos detrás de nuestras sonrisas.

Por lo visto la sonrisa más real, la más auténtica tiene hasta nombre propio, se trata de la de Duchenne.
Duchenne de Boulogne fue un neurólogo francés del siglo XIX que dio nombre a la sonrisa genuina, la no fingida, supongo que porque de alguna forma supo distinguirla de todas las demás y definirla de modo que todos podamos identificarla a pesar de lo complicado que puede resultar a primera vista.
Por una sonrisa un mundo, como decía el poeta y aunque quizás no sea para tanto sí que es verdad que una sonrisa se pega en los labios y hace que la vida tenga un color más agradable.
Una sonrisa se contagia, salta de boca a boca y de ojos a ojos, porque la mirada acompaña a los labios a la hora de sonreír.
Un día perfecto para contagiar sonrisas, para salir a la calle con la sonrisa puesta aunque no nos hayamos levantado dando un salto mortal.
Y lo que es mejor ¿por qué sólo un día para contagiar sonrisas? Podríamos crear una nueva costumbre, no salir de casa sin sonreir y cargados de ganas de contagiar a cuanta más gente mejor, quizás no haría vernos a nosotros y a los demás con mejores ojos.