
Si vives en la Comunidad de Madrid y estás pensando en hacer una escapada ni lo dudes ¡nos vemos en Chinchón! Hay millones de razones por las que salir de casa y descubrir rincones con encanto, pueblos que guardan secretos y que enredan el tiempo entre sus calles.
Si tenemos en cuenta todos los días que llevamos entre las paredes de nuestra casa, hay aún más razones para que queramos salir y a veces no hay necesidad de buscar destinos lejanos, a veces podemos perdernos en entornos que tenemos muy cerca de casa y a los que quizás no les hemos prestado toda la atención que se merecen.
Por eso hoy os traigo una de esas escapadas con sorpresas que hicimos hace ya algún tiempo. Una escapada al municipio madrileño de Chinchón.
Una escapada que pretendía ser un paseo con amigos y que terminó siendo casi un viaje en el tiempo.
Chinchón es un municipio que tiene en torno a los 5.500 habitantes empadronado, seguro que en verano y los fines de semana son muchísimos más habitantes.
Es un municipio relativamente pequeño situado al sudeste de la Comunidad de Madrid y quizás por eso ha conseguido mantener un sabor en sus calles de un pasado antiguo e incluso mucho más movido y activo que su presente.
Nos vemos en Chinchón
Teniendo en cuenta que Chinchón tiene un casco histórico declarado Conjunto Histórico Artístico en 1974, son muchos los turistas y visitantes que se dan cita en su plaza para admirarlo porque sí, es un reconocimiento bien merecido sin lugar a dudas.
La economía se beneficia directamente de ese turismo que se acerca a Chinchón a recorrer sus calles, a conocer sus secretos y a reponer fuerzas en sus tabernas y restaurantes.
El municipio cuenta con más de 450 plazas hoteleras y no olvidemos que está en torno a los cinco mil habitantes, así que podéis haceros una idea de lo que supone el turismo y el viajero para una economía como la suya.
También es verdad que precisamente para potenciar ese turismo tan necesario, Chinchón es una de los municipios que organiza distintos eventos y citas a lo largo de todo el año.
La más frecuentada por el público en general ha sido su feria medieval diseminada por gran parte de sus calles, plazas y callejuelas.
Nosotros nos vemos en Chinchón justo ese fin de semana y mereció mucho la pena aunque sinceramente, no lo habíamos previsto, fue una más que agradable sorpresa de esta escapada.
Vimos acróbatas y malabaristas en la plaza. Escuchamos la música de las gaitas. Como somos gente de paz no quisimos pelear en una justa de caballeros medievales pero tuvimos esa oportunidad. Se nos pasaron las ganas cuando sentimos cómo pesan esos enormes espadones ¡qué barbaridad!
Vimos como pelearon los especialistas espada en mano y los niños se lo pasaron estupendamente. Ya os digo que ir a Chinchón es viajar muy lejos aunque nos pille muy cerca de casa.
Recorrimos una exposición de artefactos de tortura y escuchamos con las mismas dosis de atención y terror las explicaciones que iba dándonos el guía a los allí congregados.
La sutileza y el empeño que ponemos desde antaño las personas en hacernos daño unas a otras es increíble y repugnante al mismo tiempo.
Vimos cetretos y observamos a artesanos del cristal, nos hipnotizaron los tornos de los alfareros con sus giros infinitos y por supuesto, los panaderos y reposteros despertaron todos nuestros jugos gástricos con el olor de sus elaboraciones.
Todo esto sin salir de la plaza y sin dejar de movernos por todos los puestos medievales que se congregaban en ella.
Encontrar un sitio para comer en Chinchón no es complicado y a nosotros no nos costó mayor esfuerzo encontrar un restaurante donde dar cuenta de un buen asado para recuperar las fuerzas y comentar todo lo visto hasta ese momento.
Después vuelta a las calles y antes de irnos a casa de vuelta hicimos una nueva parada para tomar un té en el Parador de Chinchón, un último momento para recorrer el pasado de estas instalaciones justo antes de volver al presente de nuestra casa.
Sí, una escapada en la que nos vemos en Chinchón disfrutando, los niños disfrutando como niños y los adultos, también.