
Este verano es distinto, diferente, peculiar y lo mejor que podemos hacer es adaptarnos para que siga siendo un momento en el que disfrutar en familia tomando todas las precauciones necesarias para cuidar de nuestra salud.
Sé que os lo he dicho muchas veces pero es porque estoy convencida de ello. Nos afanamos por conocer lugares lejanos y sin embargo no le damos la importancia que merece a los entornos que tenemos más cerca.
Os hablaba de Ávila y lo que disfrutamos pasando un fin de semana en la ciudad, hoy os traigo otra recomendación que seguro muchas ya conocéis: Brihuega en Guadalajara y sus deliciosos campos de lavanda.
Para ser completamente sincera debo reconocer que antes de pisar este municipio, conocí Brihuega gracias a Joanna, una «creadora de necesidades viajeras» como pocas.
Si pasais por su blog o la seguís en IG id preparando las maletas porque sus descubrimientos son una maravilla y su generosidad está a la misma altura, no vayais a pensar.
Me pasó eso, conocí Brihuega viéndola a ella allí a través de su IG y claro, me faltó tiempo para querer ir yo también, hace por lo menos un par de años ya.
Lo siguiente fue organizar una excursión a Brihuega famosa por sus campos de lavanda pero no sólo por ellos.
Este año no es el año de «La fiesta de la lavanda» por los motivos que todos conocemos pero lo podemos dejar para volver de nuevo el año que viene. Este año es para dar un paseo, para tomar un café en la plaza y para desplazarnos a los campos y descubrir porque a Brihuega la llaman «la provenza española» ¡no es para menos!
Vais a sorprenderos con la extensión pero también con la historia de porqué y cómo llega la lavanda a ser tan importante para el desarrollo económico de este entorno rural.
Y por supuesto, vais a sorprenderos con todos los usos y todos los productos de los que la lavanda de Brihuega forma parte. Nosotros tuvimos la suerte hasta de catarlos, si podéis no lo dudéis, el helado de lavanda es una delicia.
Pasear por el campo, acariciar las flores, oleros las manos y haceros miles de fotos aprovechando los cambios de luz entre las miles de flores.
Sí, el entorno no puede ser más «instagrameable» y en el fondo es inevitable dejarnos llevar y hacernos con más de un recuerdo fotográfico del entorno y del momento.
Y no os olvidéis de que no todo es campo, el pueblo de Brihuega, el casco antiguo, sus calles, sus plazas bien merecen un paseo tranquilo para descubrir rincones pintorescoso lugares como el levadero que seguro que fue uno de los centros más importantes de la vida social del pueblo hacer ya muchos años.
Un paseo para respirar la tranquilidad de un entorno como este y por supuesto para degustar la gastronomía de la zona.
Una tarde de esas de verano que se recuerdan durante mucho tiempo, una tarde de vacaciones que seguro que nos hará sonreír aunque llevemos mascarillas y que está más cerca de casa de lo que imaginábamos.
[…] en nuestra ruta. Guadalajara tiene unos preciosos pueblos negros con una arquitectura muy peculiar, tiene campos de lavanda en villas que huelen a medievo, tiene espacios abiertos y grandes lugares en los que recogerse frente a la lumbre, en los que […]