
Las primeras responsabilidades, esos primeros recados, esa independencia que van demandando cada vez más. La adolescencia se acerca y la madurez y la responsabilidad empiezan a ser importantes.
Ellos quieren crecer, nosotros debemos asumir que se están haciendo mayores y que es necesario que poco a poco empiecen a dar esos pasos y dejemos de llevarlos siempre sobre nuestros hombros.
¿Cómo afrontar este cambio? ¡Ni idea!
Lo que sí tengo claro es que hay que ir dándoles poco a poco independencia y responsabilidades y todo ello a pesar de las enormes dificultades con las que nos encontramos las madres y lo padres en este momento.
Hace mucho tiempo que me uní a las reflexiones de un grupo de madres blogueras estupendas en el que cada una, a partir de su propia experiencia y su punto de vista, vamos compartiendo la realidad para afrontar como cambian nuestros hijos al pasar de la infancia a la pubertad, de la niñez a la adolescencia.
Es complicado ir dándoles responsabilidades cuando por poner sólo un dato sobre la mesa: la mitad de los padres no tiene tiempo para divertirse con sus hijos, según un estudio sociológico en el que Javier Urra y la plataforma «Gestionando Hijos» asistieron como asesores.
A más de la mitad de los niños entrevistados en ese estudio les gustaría poder pasar más tiempo con sus padres, participar más con ellos de su ocio habitual y sin embargo, ni unos ni otros pueden hacerlo.
Llegan de la mano: la madurez y la responsabilidad
– De niña a mujer
Ya sé que lo decía la canción pero es que realmente no es fácil entender el paso, el viaje que dan nuestros hijos de la niñez a la adolescencia.
No digo que cuando nos tocó a nosotros fuese más sencillo, sólo digo que ahora, como padres y madres, nos toca entenderlo desde este otro lado y no, no es fácil.
Se empieza a cuestionar el modelo paterno y los amigos comienzan a ser claves para que esa evolución en la que están inmersos llegue a buen puerto.
La autoridad la van a encontrar entre sus iguales y el tema de las responsabilidades va directamente relacionado con esa relación entre iguales.
La influencia del grupo de amigas y amigos es simplemente vital, tanto para lo bueno como para lo malo.
Porque no estamos tratando ya con un niño aunque a nosotros como madres y padres nos cueste un poco entenderlo pero es que tampoco estamos tratando con un adulto, aunque a ellos sea esto lo que más les cuesta entender.

La parte de su cerebro que se encarga de los impulsos y las emociones está a mil por hora por culpa de las hormonas que les hacen tener comportamientos impulsivos.
Esas hormonas que les provocan una mayor emotividad y la necesidad de la inmediatez, la prisa por todo, sobre todo por aquello que les resulta como mínimo agradable.
– Teoría y práctica
Es que entre ambas, a veces hay un abismo y esta es sin duda una de las veces más claras en las que el abismo es mayor.
Sólo les daremos responsabilidades cuando puedan y sepan asumirlas, cuando sean maduros, cuando sintamos que están preparados.
Además, sólo les daremos responsabilidades acorde a su edad y a su madurez.
Y esa es la teoría con la que todos estamos de acuerdo pero claro, después llega la inexistente conciliación y lo manda todo al garete.

Hay que dejarles la llave de casa para que entren en su domicilio cuando vuelven del colegio y no hay nadie, están ellos solos y lo estarán durante horas cada tarde.
Hay que organizar la nevera para que puedan hacerse la merienda y hay que confiar en que se van a poner a hacer los deberes hasta que llegue el primero, la madre o el padre, que pueda ayudarles si lo necesitan.
Pero es que además de todo eso, los niños necesitan hablar con sus padres y con sus madres de las cosas que piensan, que sientan y las que les pasan.
Y lo necesitan porque les es vital sentir que existe un vínculo con ellos pero ¿y cuándo pueden hablar con ellos de lo que les preocupa, de lo que les inquieta, de lo que les resulta curioso o incómodo si ellos no están en casa?
Es duro leer que muchos se relacionan con sus hijos a través de whatsapp porque no les quedan muchas más vías para conseguirlo.
No existe la conciliación ¿cómo plantearse la necesidad de que sean maduros para asumir determinadas responsabilidades?
¿Pensamos en ellos cuando hablamos de la conciliación familiar y laboral, en serio estamos pensando también en los niños, en nuestros hijos?
Complicado, es muy complicado encontrar el punto medio para hacerles responsables en algunos asperctos de sus propias vidas.
Complicado frenar y distinguir cuando les ayudamos, cuando les enseñamos y cuando les sobreprotegemos sin darnos cuenta.
Preparando este post, hace ya algún tiempo, me acordé de esta charla de esta madre y me pareció tremendamente interesante.
Son sólo 14 minutos que merece la pena invertir en conocer la reflexión que hace Julie Lythcott sobre la forma de criar adolescentes.
Con algunos aspectos reconozco que no es que esté demasiado de acuerdo, quizás sea porque no vivo en Estados Unidos y el problema, el tremendo problema que tiene este país con la educación superior, aún no ha llegado a mi país pero con otras reflexiones que hace ella en el video, estoy muy, muy de acuerdo.
Echadle un vistazo y ya me contaréis si también coincidís en que las tareas domésticas pueden ser dos de nuestros grandes aliados en la educación de nuestros hijos, en su crianza y sobre todo, en su felicidad.
[…] os contaba hace sólo unos meses como la educación de los hijos se apoyaba también en el reparto de tareas domésticas pero hay […]
Jo, no se me abre el vídeo, al menos desde el móvil. De todas formas lo primero que iba a hacer era comprobar si estaba traducido, para poder entenderlo jeje.
¡¡Está traducido!!
Ojalá hayas podido verlo ya desde el PC o una tablet porque merece mucho la pena.. ¡¡es tan sensata esta mujer en lo que dice!!