
Aún nos quedan unas semanas de otoño pero el invierno se va acercando cada día un poquito más así que nos abrigamos, nos calzamos las botas y recorremos el Hayedo de Montejo y vivimos su magia entre las ramas de sus imponentes hayas.
Con mucha previsión tal y como están las cosas, os traigo una de esas excursiones que sorprenden y enamoran a grandes y pequeños. Una actividad para disfrutar en familia y para conocer un poco más y mejor nuestro entorno más cercano.
El Hayedo de Montejo es un rincón del norte de la sierra madrileña por el que merece mucho la pena pasear dejando volar nuestra imaginación porque las hayas ayudan muchísimo a vivir su magia.
Si vais con niños más pequeños o de imaginación desbordante tened cuidado porque no será el primero que se asusta ante las posibilidades de historias mágicas que nos regalan estos árboles.
Este enclave natural fue declarado Sitio Natural de Interés Nacional en el año 1974 y en 2017 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Tiene un microclima gracias a las masas de aire que chocan con la sierra y dejan en él una importante cantidad de humedad, eso y la umbría que la ladera de la sierra le proporciona, han sido vitales en su conservación durante todos estos años.
Es sin duda uno de los más estudiados de toda la península ibérica ya que siendo más propio de áreas más centroeuropeas, el Hayedo de Montejo de la Sierra data de épocas postglaciales.
Y no, no es el hayedo más meridional de toda Europa, tampoco lo es de toda España pero no por eso pierde ni un ápice de su atractivo y su interés.
Así que lo dicho, lo primero de todo para recorrer el Hayedo de Montejo de la Sierra es reservar una visita guiada con mucho tiempo de antelación que entre el virus y que las entradas son reducidas, la cosa se ha complicado bastante.
No hace falta que llevéis ropa técnica pero sí es recomendable ir con calzado cómodo y usado, que no lo estrenéis para esta excursión por lo que pueda pasar y la ropa que se pueda quitar por capas finas para no quedaros fríos.
Por la zona seguro que encontráis un buen sitio donde recuperar fuerzas con un aperitivo contundente o una comida propia de la gastronomía de la sierra de Madrid.
A veces tenemos joyas como estas tan cerca de casa que sólo las descubrimos cuando no tenemos más opciones y no es justo ¿no os parece?