
En todas. Bueno, en casi todas. En la mayoría. Ha llegado el momento de darnos al ácido hialurónico como si no hubiera un mañana y lo vamos a incluir en todas nuestras rutinas de belleza y cuidado de nuestra piel. En todas las que podamos, no vayamos a perder el norte señoras. E incluso lo vamos a incluir en nuestra dieta, vamos a cuidarnos por fuera pero también por dentro porque merece mucho la pena.
Dicen los expertos que el ácido hialurónico tiene una gran afinidad por el agua, es capaz de absorberla y retenerla y quizás por eso es tan recomendable aplicarlo sobre nuestra piel.
Sí, nosotros también traemos ácido hialurónico de serie, en las capas más internas de nuestra piel. Es justo el que aporta volumen y turgencia a nuestras facciones y sí, es de los que van haciendo mutis por el foro de nuestras vidas según vamos cumpliendo años. Es una sustancia completamente natural que la encontramos en distintas partes y órganos de nuestro cuerpo como la piel, las articulaciones o los globos oculares.
Uno de sus objetivos principales es el de fijar la humedad en esas zonas en las que está presente de forma natural, retener la humedad en los órganos ya que es una molécula capaz de retener hasta 1.000 veces su peso en agua.
En el caso de la piel, por ejemplo, es indispensable su presencia para que se mantenga hidratada, elástica, tersa y con volumen.

Además, este compuesto estimula la producción de colágeno por parte de nuestro propio cuerpo, favorece la actividad de los fibroblastos y contribuye así a la estructura más firme y al volumen de nuestra piel.
El ácido hialurónico es antioxidante al restringir la actividad de los radicales libres que son esas moléculas que hacen que nuestras células envejezcan y es beneficioso para las pieles sensibles ya que estas pieles suelen ser finas y con tendencia a la deshidratación.
Lo de poner ácido hialurónico en nuestras vidas ya veis que son todo beneficios, no hay ni una sola contraprestación, no se le puede poner ni un «pero» a esta sustancia.
Sin embargo, a medida que envejecemos se reduce la producción de ácido hialurónico en nuestras células, con lo que la piel ya no puede retener la misma cantidad de agua.
A partir de nuestro cincuenta cumpleaños la cantidad de ácido hialurónico de nuestro organismo se reduce en un 50%, baja a la mitad y nuestra piel deja de estar hidratada de forma natural, los signos de la edad se marcan más, tenemos más flacidez, más tirantez, se aprecian más las arrugas de expresión y por la edad, perdemos volumen en la piel, se produce el descolgamiento del contorno facial.
El ácido hialurónico que encontramos en los productos cosméticos se queda en la superficie de nuestra piel para aportarnos hidratación y suavidad pero no turgencia. Para eso habría que introducirlo más en el interior.
Pero además de en la piel encontramos ácido hialurónico en nuestras articulaciones y ahí es el encargado de lubricar «los engranajes» para que todo funcione con suavidad. Cuando lo perdemos aparecen en nuestra vida la artrosis o la artritis y no es agradable precisamente.
Con todas estas características era lógico que más pronto que tarde el ácido hialurónico se convirtiera en uno de los componente estrella de la cosmética para trabajar contra los efectos del envejecimiento sobre nuestra piel.
Cremas faciales, ampollas, sérum e incluso after-sun, encontramos este componente en todos estos productos sin esforzarnos demasiado y más allá de que sea porque se ha puesto de moda a lo mejor es que también funciona y por eso son cada vez más las marcas de cosmética que lo añaden a sus fórmulas.
Tenemos alimentos a nuestra disposición que son especialmente ricos en esta sustancia por lo que es muy recomendable que los incorporemos de forma sensata a nuestra dieta como por ejemplo la carne, el pescado azul, las gelatinas, los cereales integrales, las semillas de calabaza, la soja.
Está claro que hay que cuidarse por dentro y también por fuera y para eso el ácido hialurónico es uno de nuestros mejores aliados.