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No es que me haya aficionado a ver programas de decoración, reformas y arquitectura en televisión ¡qué va! Se ha despertado un nuevo vicio, una adicción que hasta ahora estaba escondida y que ahora me quita el sentido y el mando a distancia. Lo de ver programas de decoración es adictivo y avisadas quedáis.
Además y como compartir ya sabéis que es de guapas, os voy a pasar una pequeña lista de los que me tienen más enganchada. Varias veces a la semana cae alguno de estos, puede que porque tenga que planchar y ya aproveche para sacar ideas que después normalmente no pongo en práctica pero ¿qué más da eso?
Son entretenidos, algunos sorprendentes, otros muy sensatos pero todos, todos son adictivos.
Empiezo por uno que tiene a dos protagonistas peculiares. Son un matrimonio en el que ella es diseñadora de interiores y él lleva la parte más contable de la empresa, más o menos, tampoco es que yo lo tenga muy claro después de haberme visto las dos temporadas que tiene Netflix de Reformas para todos los bolsillos.
Que no os engañe el título, para todos los bolsillos no son. Son reformas para bolsillos enormes y que cuentan con una importante cantidad de dinero en su interior lo que no quita para que algunas de las reformas sean sorprendentes e incluso exportables a entornos algo más modestos.
Para el tema de reformar casas, buscar ideas, modificar espacios y tirar tabiques que molestan, los gemelos canadienses, los hermanos Scott son ya unos clásicos que no podemos dejar de ver.
Con ellos aprenden a que mientras tu familia cambia y tus necesidades también, tu casa se queda estancada a no ser que estás dispuesta a cambiar, mover, tirar, levantar o directamente cambiarte de casa. Que a veces nos amarramos a las casas y no dejan de ser el envoltorio de nuestros hogares. Eso se aprende con ellos dos.
Como se aprende a organizar mejor los espacios con los programas de Get Organized, también en Netflix. Desde cajas, estanterías, perchas como si no hubiera un mañana y algo de sentido común que también es importante.
No se trata sólo de organizarlo todo un día y después seguir acumulando al tuntún, se trata más de encontrar ese punto en el que sólo guardamos lo que de verdad tiene utilidad para nosotras, nada más.
Para eso también se lo curra mucho Marie Kondo aunque reconozco que a mi lo de saludar a los espacios de los hogares pues no ha terminado de convencerme del todo, bastante me cuesta a veces saludar a mis vecinos como para ponerme estupenda con los espacios. Lo siento, me cuesta.
Ver programas de decoración es adictivo es cierto pero cuando llevas tiempo viéndolos vas un paso más allá y abres la mente a ver esas mansiones que sorprenden a veces por la acumulación de objetos terribles, esas mansiones que nunca podrás comprar y que a veces tampoco querrías porque están en las antípodas de lo que consideras buen gusto.
Para compensar de esos programas con enormes mansiones hay que ver también algo que nos muestre que con menos se puede vivir y se puede vivir muy bien.
El minimalismo va más allá de la decoración pero en este área nos ayuda a mantener la cabeza fría y nuestro posible síndrome de Diógenes perfectamente bajo control y sí, también podemos verlo en nuestra televisión tranquilamente antes de ponernos a hacer una limpieza exhaustiva de todo eso que tenemos acumulado en casa y que ya hasta hemos olvidado el por qué lo acumulamos.
Con todas estas propuestas es evidente que ver programas de decoración es adictivo y que además, empiezas por la decoración pero pasas por la ordenación, la catalogación y la expulsión de tu vida y de tu casa de un buen montón de objetos que no hacían más que acumular polvo.
No es mala propuesta, primero verlos y después aplicar lo que se pueda de todo lo aprendido en nuestro propio hogar.
