
Llegamos a este día de nuevo, un año más y llegamos con la sensación de que se ha avanzado tan poco, tan, tan poco. Sí, hoy no sé por qué pero viendo las noticias no es que la sensación sea de alegría precisamente, es más bien de sentir que estamos en el mismo sitio y en el mismo lugar, otra vez. Un año más.
Volvemos a hablar de mujeres, de igualdad, de mujeres trabajadoras remuneradas o no, de «brecha de género», de «techo de cristal», de «suelos pegajosos» y sobre todo, volvemos a hablar de violencia de género, un año más y ya van demasiados.
Se han conseguido avances, sí claro ¡sólo faltaba! pero vistos en perspectiva la verdad es que han costado sangre, sudor y lágrimas para lo escasos, lo pobres que son esos avances. Queda tanto por hacer y la sensación es la de Sísifo un año tras otro, tras otro, tras otro.
Metidas en una invasión a las puertas de casa se nos ha olvidado dónde y cómo quedaron las mujeres afganas a las que de nuevo abandonamos a su suerte, a su peor suerte, con la llegada al poder de los talibanes y lo que eso conlleva para sus vidas. Muertas en vida la mayoría de ellas y las que más alzaban la voz directamente asesinadas. Las hemos olvidado. Sin mala intención, bueno realmente: sin ninguna intención, ni mala ni buena, nos da igual su destino.



Nos hemos quedado en casa viendo las noticias y se nos han ido acumulando acontecimientos, borrándose entre sí unos y otros, nos arrollan y nos dejamos arrollar. Nos lo tragamos todo, sin masticar, sin pensar, sin criticar.
Mientras tanto seguimos viendo el problema de la normalización de la violencia de género entre las generaciones más jóvenes de nuestro país, de nuestro entorno y no tengo claro si estamos atajando el problema, si estamos reaccionando a tiempo o nos estamos dejando llevar por la velocidad de las imágenes que nos lobotomizan desde la televisión.
En días como el de hoy seguimos hablando de feminismo y seguimos explicando a algunos que no es lo mismo feminismo y machismo, que no existen las «feminazis» como tampoco existen los unicornios, que también hay mujeres machistas y que es necesario educar en el feminismo, en la igualdad. Por el bien de todos. Es muy cansado llegar a la mediana edad defendiendo lo mismo que se defendía cuando se era varias décadas más joven.



Cuando eres joven tienes más energía para defender un causa, cuando eres algo más mayor la energía se convierte en cinismo, sobre todo si sigue siendo la misma causa que defendías hace años, si tienes que seguir repitiendo consignas y repitiendo ideas para que sigan sin calar en la mollera de algunos.
Cuando cumples años te vas dando cuenta que no es que no entiendan la diferencia, es que no la quieren entender, porque entenderla significaría reconocerla y ahí está implícito lo de reconocer un privilegio y eso no les gusta a algunos que se sienten culpables sin que nadie les haya acusado de nada. A veces la conciencia es muy cabrita y se lía con estas cosas.
Sí, es una sensación pero ¿no os parece que hoy de nuevo estamos en el mismo sitio y en el mismo lugar en el que estábamos el año pasado? o el anterior o el anterior al anterior. No sé, será que tengo un día menos violeta de lo que me gustaría. Seguro que es eso.