
Desde 1993 se ha marcado en el calendario el 22 de Marzo como el Día Mundial del Agua por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Se trata de una llamada de atención cada año más urgente, un aviso a navegantes sobre un problema para preocuparse y ocuparse cuanto antes y tenemos la sensación de que el tiempo se nos ha echado encima más de lo que creemos.
Desde 1993 se utiliza esta fecha para poner sobre la mesa la necesidad vital de cuidar el agua para asegurar la vida de todas las especies de la Tierra, incluida la especie que más malgasta y contamina no sólo el agua sino todos los recursos imprescindibles para la vida.
Por eso se invita desde el año 1993 a los distintos estados a que dediquen este día a celebrar diferentes actividades que conciencien a la población de la importancia de cuidar el agua que nos rodea.
En este año 2022 el lema es «Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible».
La intención es la de centrarse precisamente en ellas, en las aguas que no vemos pero que suponen el 90% del agua dulce disponible en el mundo. Nos las vemos pero son imprescindibles para que podamos seguir viviendo, no las vemos, no las cuidamos, no las respetamos y por tanto ponemos en peligro nuestra propia existencia.



«Dependemos en gran medida del agua subterránea pero mucha gente no lo sabe. El Día Mundial del Agua 2022 debe ayudar a que la sociedad civil, el sector privado, las organizaciones internacionales y los gobiernos sean conscientes de que es necesario conseguir que el agua subterránea sea más visible», son palabras de Abou Amani, Director de la División de Ciencias del Agua de la UNESCO.
Naciones Unidas quiere seguir dando la voz de alarma sobre el cuidado y la preservación del agua dulce en el mundo y las aguas subterráneas están amenazadas por la sobre explotación y por la contaminación sobre todo por parte de algunas explotaciones agrarias.
De esto en España sabemos mucho aunque los responsables de solucionarlo no quieran reconocerlos. Los acuíferos que se encuentran en el entorno del Mar Menor sufren de esa contaminación por parte de algunas explotaciones agrarias y ganaderas y por otra parte, el acuífero que sustenta la vida en Doñana está sobre explotado prácticamente hasta la extenuación.
De un entorno y de otro nos lamentaremos cuando los perdamos definitivamente, mientras tanto los gobernantes giran la cabeza y los delincuentes siguen como si el crimen no fuera con ellos.
Las aguas subterráneas nos mantienen con vida y nosotros parece que sólo apostamos por acabar con ellas quizás sean las nuevas generaciones, las que se hacen mayores de edad en estos días, las que tengan la energía para exigirnos un comportamiento más sensato y para obligar a los culpables directos, por acción u omisión, a que paguen por lo que han hecho. Por lo que les han hecho, a los más jóvenes, a nuestros propios hijos.