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La frase completa fue: “Vamos por una autopista hacia el infierno climático” y la pronunció en a la cumbre del clima hace solo unos días el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Es innegable, estamos mal y parece que vamos a peor. Siguiendo esa línea, llevamos unos meses en los que vemos como los activistas medioambientales quieren llamar nuestra atención realizando sus acciones en los museos de arte de todo el mundo y se diría que lo están consiguiendo.

Distintas asociaciones ecologistas y medioambientalistas, han llevado a cabo acciones de protesta con una puesta en escena en común, algunas de las obras de arte más importantes de la historia han tenido un papel principal. Han conseguido su objetivo, estamos hablando de esas acciones y de las razones incontestables que les han llevado a realizarlas.

Sopa de tomate sobre Los Girasoles de Van Gogh en la National Gallery de Londres. Puré de patata sobre un Monet colgado en el Museo Barberini de Berlín.

O pegarse a los marcos de obras como Lata de Sopa Campbell de Andy Warhol en el Museo de Arte de Camberra, en Australia o lo que nos toca más cerca, pegarse a los marcos de las obras de Goya, Maja vestida y Maja desnuda, en el Museo del Prado, en España.

Los focos y las cámaras se han girado ante esas acciones. Les hemos visto a ellos y hemos podido ver el motivo de sus acciones: que se deje de financiar a los combustibles fósiles, que se frene el aumento de la temperatura del planeta. Que se actúe rápido y con contundencia porque estamos acelerando y seguimos en una autopista hacia el infierno climático. No se puede describir de forma más gráfica ni más acertada.

Han conseguido su objetivo, estamos hablando de esas acciones y de las razones incontestables que les han llevado a realizarlas.

Los activistas españoles lo dijeron a las claras, querían “alertar sobre la subida de temperatura mundial que provocará un clima inestable y graves consecuencias en todo el planeta” y eso no es “comunismo” como dijo días más tarde la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso en unas declaraciones fuera de toda lógica. Eso es simplemente tener los ojos abiertos, salir al campo y ver cómo están floreciendo muchas plantas en pleno otoño, ver cómo baja peligrosamente el nivel de los embalses y los pantanos, notar como se mueren algunos de los árboles porque el frío no llega y las plantas se los comen por dentro. Es un panorama desolador que no deja de pasar delante de nuestros ojos aunque ahora lo que nos molesta o nos preocupa es el daño que se le puede hacer a una obra de arte mediante estos actos de protesta.

A todo gas por una autopista hacia el infierno climático

Ni en el Museo del Prado, ni en el de Australia, ni en la National Gallery, ni en ninguno de los templos del arte en los que se produjeron las acciones de protesta las obras sufrieron ningún tipo de desperfecto por pequeño que pudiera ser. Ninguno. De hecho, en el caso del Museo del Prado la sala volvió a abrir a las pocas horas del hecho. Las dos activistas fueron arrestadas y trasladadas a la comisaría correspondiente.

Lo que se tardó en borrar lo que habían escrito en la pared entre los dos cuadros: “1’5º” un mensaje breve pero contundente: «Estoy aquí pegado porque la semana pasada la ONU hacía oficial que ya es imposible contener el calentamiento del planeta en 1,5º, sobrepasando los límites marcados en el Acuerdo de París y comprometiendo nuestra seguridad alimentaria», afirmaba uno de los activistas ante los dos medios de comunicación a los que convocaron informándoles en exclusiva de que iban a llevar a cabo una acción de protesta en el museo.

Just Stop Oil, Última Generación o Futuro Vegetal son las organizaciones a las que pertenecen los distintos activistas medioambientales que han salido en los medios estos últimos meses alertando de que estamos viviendo una emergencia climática y que hay que tomárselo mucho más en serio de lo que lo estamos haciendo, teniendo en cuenta que el año 2021 ha sido el año con mayores emisiones de CO2 de toda la historia. Es evidente que seguimos a todo gas por la autopista hacia el infierno climático.

Estas organizaciones, a través de estas acciones pedían también que se termine con las subvenciones públicas a la ganadería industrial y que ese dinero se emplee en promocionar alternativas alimentarias basadas en las plantas para afrontar los próximos escenarios y para dejar de subir la temperatura del planeta.

Que se deje de financiar con dinero público los combustibles fósiles que nos están asfixiando y se apueste por combustibles limpios de forma más audaz, más valiente y sobre todo más rápida.

Hay quien señalaba acertadamente que estamos viviendo en la película “Don’t look up!” y es verdad. Los científicos rompen en lágrimas en las ruedas de prensa al ver que su mensaje no llega ni a la población ni a los políticos ni a las empresas. Vamos directos al precipicio y seguimos mirando para otro lado. Ahora lo feo, lo que no se debe hacer, es protestar en los museos aunque ninguna obra de arte haya salido dañada, ninguna. 

Resulta que los activistas medioambientales no están en contra del arte, solo lo utilizan como un altavoz para lanzar un grito de socorro en el que todos estamos involucrados como víctimas pero también como verdugos.

Si estamos hablando de ello, si hemos visto que no atacan el arte, si de pronto de lo que se habla es del mensaje, si esto puede que nos haga pensar en qué estamos haciendo y hacia dónde vamos ¿cómo para esta bola que parece que no interesa a los que de verdad están haciendo dinero cuando hay una crisis del tipo que sea? ¡Hay que matar o detener al mensajero!

Resulta que los activistas medioambientales no están en contra del arte, solo lo utilizan como altavoz para lanzar un grito de socorro

En la acción realizada en el Museo del Prado se detuvo a las dos periodistas que cubrieron la acción, a las que las activistas citaron para que dieran la noticia y como una de ellas comentaba días después en un medio “si una fuente te avisa de que va a ocurrir algo y tienes la posibilidad de contarlo en exclusiva en primera fila, es un ejercicio periodístico válido”. Válido y legítimo, al que no renunciaría ningún periodista e incluso, al que estaría obligado a acudir cualquier periodista que realmente lo sea.

Informar de un hecho, ese es uno de los fines fundamentales del periodismo e impedirlo es uno de los actos más antidemocráticos que existen y han existido nunca.

Ellos han hecho su parte, los activistas por el medio ambiente de esas organizaciones mencionadas no fueron a los museos a destrozar el arte. Tenían una misión que era la de aprovechar la repercusión mediática de sus acciones para mandar un mensaje lícito y necesario a todo el mundo. Lo han conseguido, estamos hablando del mensaje en numerosos medios de comunicación a nivel internacional. Falta que nosotros hagamos el resto para bajarnos de esta autopista hacia el infierno climático por la que vamos circulando a toda velocidad y con una venda en los ojos.

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