
Pues parece ser que sí, que lo es. Distintos psicólogos han señalado desde hace tiempo que escribir un diario es bueno para la salud mental pero es que hace poco, diferentes investigaciones han venido a poner el foco en que no solo para la salud mental, es que escribir un diario es bueno para la salud en general, la física también se beneficia y eso es algo que hasta ahora no nos habíamos planteado siquiera.
Lo de poner por escrito los pensamientos, los sentimientos, las opiniones y las vivencias nos ayuda a analizar y a superar los problemas diarios, mejora nuestro bienestar mental. Es la llamada escritura terapéutica y ayuda a combatir y sobre todo gestionar el estrés diario que a veces es mayor y otras menor, pero siempre está ahí.
Ahora ya sabemos que escribir habitualmente un diario puede mejorar el sistema inmunitario de la persona porque es una actividad que consigue que disminuya la liberación de hormonas relacionadas con el estrés como el cortisol y la adrenalina.
Otro reciente estudio se centró en los pacientes con asma de leve a moderado o con artritis reumatoide que escribieron a modo de diario sus experiencias estresantes tuvieron cambios positivos clínicamente relevantes en su salud en tan solo cuatro meses y fueron cambios más allá de los que se podrían atribuir a la atención médica estándar habitual.
Con este estudio se quiso comprobar si el hecho de escribir sobre experiencias estresantes podía afectar a los síntomas objetivos de estas dos enfermedades que causan una carga personal y económica en los pacientes y que son crónicas, es decir que les afectan durante toda la vida.



Escribir un diario es bueno para la salud: confirmado
En 2018 se publicaba un estudio que relacionaba la escritura personal con la reducción de la angustia mental. Ya no era una suposición, ya lo verificaban y lo confirmaban los científicos e investigadores.
En esto como en todo, no se trata de que un día nos liemos la manta a la cabeza, rellenemos cuatro o cinco hojas y después no volvamos a escribir nunca más. No está mal pero no es la idea. Se trata de conseguir un hábito, de integrar en nuestra rutina diaria un tiempo (10 minutos puede estar bien, al menos al principio) cada día para escribir lo que más nos haya incomodado, gustado, con lo que más hayamos disfrutado, lo que más nos haya sorprendido, lo que hayamos vivido cada día.
Se ha podido confirmar que las personas con depresión que empiezan a escribir sus pensamientos más profundos tienen más facilidad para superar este problema porque al plasmar los sentimientos negativos sobre el papel, es más fácil procesarlos y superarlos.
Escribir un diario además es un ejercicio para fortalecer la memoria porque aunque no lo aparente, al principio hay que hacer un pequeño esfuerzo por recordar lo que se ha hecho durante el día, los pequeños detalles, esos que apenas si les damos importancia habitualmente pero que en el fondo pueden hacer que cambie nuestra forma de ver la vida.
Además, escribir un diario inevitablemente empuja nuestra creatividad. No se trata de hacer un desglose de lo que se ha hecho a lo largo del día, se trata de mirar esos acontecimientos, esos actos desde otra perspectiva, como si los viéramos «desde fuera». Y no demos por hecho que un diario tiene que ser solo texto, se puede dibujar, pegar recortes o recuerdos, la creatividad está en plena ebullición.
Los diarios siempre han sido una especie de confidente que siempre va a guardar el secreto de quien lo escribe, se han utilizado habitualmente como vías de escape, de desahogo y ahora además, sabemos que no sólo son una ayuda para nuestra salud mental sino también para la salud física.
Quizás este sea el año de empezar a escribir un diario, sin grandes pretensiones, unos minutos cada día cuando estemos más relajados, cuando lleguemos a casa, antes de dormir. Quizás sea uno de los buenos propósitos más fáciles de cumplir este nuevo curso y quizás nos traiga más de una buena sorpresa a nuestra rutina diaria ¿qué perdemos por probar? Nada.