
Se trata de comer mejor para comer menos pero siempre sin pasar hambre, es lo que la ciencia recomienda para cuidar la salud y tener más calidad de vida durante más tiempo. Sí, hay truco, lo que ocurre es tan sencillo y nos lo han contado tantas veces que no prestamos atención.
Se trata de hacer un cambio en los hábitos de alimentación de forma permanente, de que aprender a comer sano y a añadir algunas buenas elecciones a la rutina diaria. El objetivo es prometedor: vivir mejor durante más tiempo.
Para comer menos lo primero que se debe hacer es empezar seleccionar lo que sí se puede y se debe poner en la mesa y aquello que es mejor que desaparezca o como poco, aquello que se va a limitar a ocasiones muy especiales.
Empezar por reducir las comidas y bebidas hipercalóricas es un primer paso muy rentable para una dieta saludable y una alimentación equilibrada. Más que ponerse a dieta se trata de cuidarse a la hora de comer que no tiene connotaciones mucho más positivas y apetecibles.
Para construir una alimentación saludable con la que comer menos, pero comer mejor se deben elegir alimentos saciantes porque van a ayudar a tener la sensación de hambre controlada y harán más sencillo evitar los picoteos descontrolados entre horas o las comidas copiosas.
Las frutas y las verduras pueden saciar y además aportar una energía extra que siempre va a ser bien recibida por el organismo.



Comer mejor para comer menos sin pasar hambre ¿es posible?
Para controlar mejor el apetito con una dieta variada y saludable hay que incluir alimentos que mantengan en unos valores regulares el índice glucémico de nuestra sangre, evitando que se produzcan rápidas subidas que provocan la secreción de insulina por parte del páncreas.
Para esto las cremas frías como el gazpacho, la vichyssoise o el salmorejo en época de calor o las sopas y cremas calientes, cuando llega el frío, son de gran ayuda para mantener una dieta equilibrada con la que comer mejor y al mismo tiempo comer menos, algo que muchos científicos ya han relacionado con un aumento de la esperanza y la calidad de vida.
El otro aspecto en el que hay que poner el foco es en la necesidad de realizar actividad física, con un nivel de intensidad adaptado a las condiciones del paciente.
Lo ideas es que además de las frutas y verduras ya mencionadas, se incluyan en la dieta cereales integrales y frutos secos, además de mantener una ingesta correcta de proteínas durante las comidas que se hagan a lo largo del día.
La Dra. Bertina Ferrández, especialista en Nutrición y Dietética y en Medicina Familiar, señala que es también fundamental el consumo de líquido, mayoritariamente agua que además de mantener los niveles de hidratación del organismo estables, ayuda a aplacar el apetito y además facilita los procesos metabólicos del cuerpo.



El otro aspecto en el que hay que poner el foco para mantener una calidad de vida aceptable durante más tiempo, es en la necesidad de realizar actividad física, con un nivel de intensidad adaptado a las condiciones de la persona.
Uno de los aspectos clave que se deben trabajar para poder controlar el apetito y la relación que establecemos con la comida son las emociones para poder distinguir entre hambre emocional o hambre física, porque son distintas.
La primera suele venir acompañada de cierta ansiedad, malestar o tristeza, de ahí que se busque la calma a través de la comida. Suelen apetecer alimentos muy azucarados o salados, habitualmente son productos muy calóricos, pero a pesar de ello es difícil sentir saciedad.
El hambre física es una sensación de vacío en el estómago, es fácil distinguirla de la anterior porque cuando se tiene hambre física, se siente apetencia casi por cualquier tipo de alimento, incluidos por supuesto los más saludables.
Este tipo de hambre no depende de un estado emocional sino de las horas que se lleven sin ingerir alimento.
No es complicado, solo hay que emplearse poco a poco en cambiar nuestra forma de relacionarnos con la comida y pasado un tiempo, será nuestro propio cuerpo el que decida donde pone el límite, cuando está saciado y no necesita comer más o comer tanto como hacíamos antes. Comer menos para comer mejor y además tener mayor calidad de vida durante más tiempo, es una meta a la que todos queremos llegar.