
Este año parece que los astros se han alineado así como por casualidad (JA!) y vemos a muchas mujeres recogiendo premios en ámbitos culturales y por trabajos en los que son pioneras. Directoras de cine, productoras, guionistas y es que la cultura siempre ha sido cosa de chicas aunque no hayamos tenido referentes casi hasta ahora.
Sí, las que más consumen productos culturales son las mujeres según muestran las estadísticas. Vamos más al cine y al teatro, leemos más libros, participamos más en grupos de lectura, visitamos más exposiciones y según vamos cumpliendo años nos apuntamos a las universidades para mayores de forma mayoritaria.
Y, sin embargo, pasan dos cosas curiosas, por un lado se ridiculiza y se desprecia un tipo de cine que mayoritariamente han consumido las mujeres denominándolo “cine de tacitas” para referirse por ejemplo a las películas de época. Pero también se menosprecia la “literatura para mujeres” porque se supone que es menos seria y complicada. Sí, son definiciones androcéntricas al cien por cien pero es que además las mujeres ya consumimos por igual thrillers que comedias románticas. Y ese es el segundo aspecto, es que por el otro lado las mujeres siendo las mayores consumidoras de productos culturales a penas sí tenemos espacio para producir esos productos, para pintar, esculpir, escribir, dirigir o producir una película, por ejemplo.
Películas como «Los renglones torcidos de Dios», han llenado las salas de mujeres que han ido a verla en grupos de amigas y muchas de ellas después se han reunido en alguna cafetería cercana para comentarla juntas.


Somos las mujeres las principales consumidoras de cultura de este país y todavía cuesta encontrar referentes femeninos entre las productoras de cultura, una paradoja que parece que este año se ha roto, al menos un poco.
Por poner sólo un dato sobre la mesa, según la asociación de mujeres cineastas CIMA, la cifra de productoras es actualmente del 26 %, todavía muy lejos de la paridad.
Este año, las películas con etiqueta de “cine femenino” han tratado por ejemplo sobre la maternidad, pero con un enfoque muy realista en el que también están implicados ellos, los padres y parejas. Así que lo que podría entenderse a priori como un handicap a la hora de la taquilla, se ha convertido en universal porque son historias que nos tocan a todas y a todos. Porque somos la mitad de la sociedad y no una minoría silenciosa, al menos ya no.
Precisamente, Alauda Ruíz de Azúa, directora de la película “Cinco Lobitos”, señalaba a los medios de comunicación que “hablar de “mirada femenina” nos encorseta a las directoras más que ayudarnos a conseguir una igualdad real” y al mismo tiempo ella misma señala que está convencida de que “estamos viviendo un proceso vivo y que es legítimo ir adaptando las sensaciones y las ideas según vamos ganando batallas a la desigualdad.”
La productora de esta misma película, Marisa Fernández Armenteros, señalaba en una entrevista sobre este mismo hecho, esta realidad de hablar de “la maternidad como pretexto para tratar de las familias imperfectas. Y todos tenemos una, porque no hay familias perfectas”. Por eso son temas universales que no saben de género y aun así hay quien sigue hablando de cine “hecho por mujeres” o “cine para mujeres” o cine hecho a partir de una “mirada femenina”.


Las mujeres siguen confirmando la mayoría de la población a partir de una determinada edad y en nuestro país, hoy por hoy es mucho más fácil y frecuente ver grupos de amigas por encima de los 70 años que van al cine juntas a ver a un grupos de amigos.
La dirección de unos conocidos cines de la ciudad de Madrid, señalaba en un medio de comunicación que “hay un estigma cultural y social” por el que las mujeres no se reúnen en un bar de forma espontánea pero sí van juntas al cine y después se acercan hasta una cafetería o un bar, a comentar la película.
Y también hay otra realidad y es que cada vez más gente va sola al cine, de todas las edades pero sobre todo mujeres. O bien porque no encuentran acompañantes con sus mismos gustos o por los horarios o afinidades y muchas de esas personas que van solas al cine, también son mujeres.
El caso es que parece que este año se ha roto la tónica y siendo las que más cultura consumimos, empezamos a aparecer también en los créditos de las producciones culturales. Hacemos cultura y no solo «nos la hacen» como señalaban algunos con cierto tono de desprecio. Algo está cambiando para bien, para todos y eso culturalmente es muy sano y nos hace mejores.