
Es innegable el cambio climático, es innegable el calentamiento global que estamos viviendo a nivel general, en todo el planeta y es innegable que además de tomar medidas para paliarlo todo lo que podamos hay que ir modificando algunas otras que nos permitan ir adaptándonos a los cambios. Las olas de calor son alguno de esos cambios que afectan de forma muy directa nuestra calidad de vida y los golpes de calor vienen de su mano, cada vez más frecuentemente y más peligrosos para nuestra salud.
Cada vez llegan antes, la primera de este año ya la hemos vivido con días por encima de los 40ºC cuando no tocaba, llegaron de repente y eso hace que no nos podamos ir acostumbrando como nos pasaba antes cuando el calor se concentraba solo en los meses de verano.
El año pasado, en 2022, la AEMET registró las temperaturas más altas durante los meses de Junio, Julio y Agosto, de todas las que se han ido registrando a lo largo de la historia. Durante ese mismo periodo se produjo un aumento de la mortalidad atribuible a la temperatura por encima de las 4.800 muertes solo en nuestro país, según los datos que se manejan desde el Instituto de Salud Carlos III.
Tenemos más calor en verano y tenemos puntos de altas temperaturas cuando no toca, en una primavera y un otoño cada vez más reducidos. Todo parece verano durante más tiempo en los últimos años. Los cambios son cada vez más extremos y las olas de calor han dejado de ser un hecho aislado para ser cada vez más frecuentes y tener una duración cada vez mayor.
Pero ¿qué son los golpes de calor y a quién puede afectarle?
El golpe de calor ocurre cuando la temperatura corporal de una persona aumenta y el cuerpo no puede regularla a través de la sudoración. Esta situación, que constituye una emergencia médica, es más común cuando las temperaturas son más altas.
No hay ninguna duda, los golpes de calor nos pueden afectar a todos pero es evidente que hay colectivos que tienen un riesgo mayor de sufrirlos como las personas que trabajan en exteriores, las personas con enfermedades crónicas, los bebés y las personas de edad más avanzada.
Según Leandro Palomo, responsable de Salud y Seguridad de la empresa TK Home Solutions, no hay duda de que “nadie está libre de sufrir un golpe de calor cuando suben las temperaturas pero hay que tener especial cuidado con las personas mayores ya que como consecuencia de la edad y la toma de medicamentos, pierden la capacidad de sudoración y tienen mayor dificultad para regular la temperatura interna. Los mayores además suelen tener menos sensación de sed por lo que corren el riesgo de deshidratarse más fácilmente.”



Los síntomas del golpe de calor pueden ser ligeramente distintos en su intensidad dependiendo de su gravedad y de la salud general de la persona afectada. Lo más frecuente es que la persona presente:
- Una temperatura corporal elevada y persistente. Si está por encima de los 40ºC es imprescindible que reciba atención médica cuanto antes.
- La piel caliente, enrojecida e incluso seca si la tocamos, la sudoración puede ser ausente o muy mínima.
- Dolor de cabeza provocado porque la presión arterial ha subido por culpa de la deshidratación.
- Desmayos y mareos producidos por la disminución del flujo sanguíneo de la persona que podría llegar a perder el conocimiento.
- Fatiga y debilidad por la elevación de la temperatura corporal que afecta directamente a la energía y a la resistencia del organismo.
- Náuseas y vómitos.
- Confusión y desorientación.
¿Cómo evitar un golpe de calor?
Dada su peligrosidad lo mejor es prevenirlos en la medida de lo posible, los consejos y recomendaciones son de sobra conocidas, lo que hace falta es tener la sensatez y el sentido común de ponerlos en práctica ante la posibilidad de que suframos nosotros o nuestros allegados un golpe de calor.
Es importante mantener una buena hidratación general bebiendo agua con cierta frecuencia incluso aunque no se tenga sensación de sed. Es recomendable llevar encima una botella de agua para poder beber de forma regular.
La ropa debe ayudarnos a refrescar nuestro organismo, mejor tejidos ligeros y transpirables y colores que reflejen la luz en lugar de que la absorban. Es muy recomendable cubrir la cabeza del sol con un sombrero adecuado y unas gafas de sol para proteger los ojos.
Si estamos viviendo un episodio de altas temperaturas o una ola de calor, es conveniente evitar estar al aire libre en las horas centrales del día, las más calurosas y si es imprescindible salir a la calle en esas horas, hay que buscar la sombra para reducir la exposición en la medida de lo posible.
Para bajar la temperatura corporal las medidas más comunes y más eficaces son colocar una toalla húmeda en el cuello o en la frente e incluso tomar una ducha breve con agua fresca más que templada.



Si disponemos de aire acondicionado en nuestro hogar o en nuestro puesto de trabajo conviene usarlo con moderación pero de forma continua, lo mismo que los ventiladores o los dispositivos de aire acondicionado portátiles, que podemos mover de una habitación de la casa a otra.
El descanso de forma frecuente y a la sombra o en un entorno más fresco, consigue que evitemos el agotamiento por culpa del calor.
Y sobre todo no podemos dejar de preocuparnos si tenemos niños pequeños, ancianos o mascotas en casa. Nunca es una buena opción que se queden en un automóvil cerrado durante un tiempo aunque pueda parecernos corto.
Hay que tener muy claro siempre que el golpe de calor puede llegar a necesitar de atención médica de forma inmediata, son episodios a los que cada vez con más frecuencia tendremos que enfrentarnos y conviene estar preparados.
El golpe de calor ocurre cuando la temperatura corporal de una persona aumenta y el cuerpo no puede regularla a través de la sudoración. Clic para tuitear